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27 de junio de 2017

Fuego de San Telmo, una experiencia que asusta.



Experiencia en cabina del impacto del fuego de San Telmo

Uno de los fenómenos  más atemorizantes que pueden observarse desde una cabina de vuelo o incluso desde el  asiento de los pasajeros de cualquier aeronave,  es el fuego de San Telmo. Cuando el fenómeno es intenso,  puede  asustar a los tripulantes "pinos nuevos" en sus vuelos iníciales, sobre todo, cuando estos  no han tenido una instrucción concienzuda en el área de meteorología aeronáutica que  es una materias cruciales, para todos aquellos que eligen el pilotaje o la aviación, como su actividad profesional.

El fuego de San Telmo es un fenómeno que se hace visible, con una marcada apariencia de un  fuego real. El fenómeno se presenta visible en áreas específicas de las aeronaves, principalmente en las puntas de las alas, la zona de la nariz de las aeronaves, irradiándose para hacerse bien visible sobre los cristales de los parabrisas en la cabina de mando del avión. El fuego de San Telmo ocurre en zonas de actividad meteorológica, sobre todo, en áreas donde existen nubes de desarrollo vertical, como son los cúmulus nimbus y otras nubes de fuertes.


Fuego de San Telmo en los parabrisas de cabina de mando de una aeronave 

Aunque sabía sobre el fenómeno, durante mi primera experiencia con el fuego de San Telmo, agarré un gran susto. El fenómeno se presentó durante una noche en la que operábamos un vuelo extra “turn around” en la ruta Nueva York/Santo Domingo. Ya habíamos recorrido alrededor de 600 millas náuticas rumbo Norte y en el momento de la ocurrencia del fenómeno San Telmo,  nos aproximábamos a la posición geográfica Tallo, a una altitud de 31,000 pies. Ya el radar meteorológico del avión había detectado la única formación importante en toda la ruta, por lo que el Capitán solicitó y se le aprobó una desviación de 30 millas a la derecha de la ruta.

Pero a pesar de la desviación, cuando pasábamos por el lado del cúmulus, la cabina del avión pareció encenderse con una intensa iluminación color rojo azuloso, era la manifestación del fuego de San Telmo. Rápidamente, el fenómeno transformó los cristales parabrisas de la cabina del HI-242  en lámparas fluorescentes, que casi nos dejan ciegos. Los peor fue que, a la presencia del fuego de San Telmo le acompañó un golpe de turbulencia que desenganchó el piloto automático de la aeronave. Lo bueno fue que la situación pasó rápido, y segundos después, todo volvía a la normalidad.

En realidad el fuego de San Telmo no es fuego real, y a pesar de su apariencia sobre los cristales del avión, tampoco se trata de rayos. El fenómeno es el resultado de la ionización de los gases que forman el aire, entre ellos el oxígeno y el nitrógeno, entre otros. La ionización da como resultado la formación de un plasma luminoso de alta intensidad. El color de la luz del fuego de San Telmo, como el de cualquier plasma, lo determina el tipo de gas que lo origina y por lo general, es de un amarillo rojizo intenso que asusta.

A pesar de su apariencia no producen daños a las aeronaves.  Los aviones en vuelo se comportan como "conductores aislados" en medio del aire, que es un mal conductor de la electricidad. Debido a ello, cuando un avión se mueve en medio de nubes cargadas eléctricamente, estas transfieren carga al el avión. Sin embargo, esta carga eléctrica se acumula, distribuyéndose uniformemente en la superficie de la aeronave. Esta carga eléctrica, es estática, no da origen a la diferencia de potencial requerida para haya flujo o corriente  eléctrica. La aeronave tienen los medios técnicos para liberar esas cargas eléctricas estáticas acumulada en toda su superficie, de forma que no se conviertan en un peligro potencial para la operación, tanto en el aire como luego de aterrizar.

Existen tripulantes que han visto muy poco y otros nunca han tenido experiencia vivida en relación al fuego de San Telmo. Ojalá usted sea uno de esos  tripulante que han tenido la oportunidad de observar el fuego de San Telmo, desde su asiento en la cabina de mando o bien desde cualquier ventanilla de una aeronave. Ahora bien, algo  le aseguro, el capitán que aquella noche manejó correctamente la situación originada con la presencia del fuego del San Telmo, por lo que desde esta columna lo saludo con toda reverencia.  Sabe que hablo de él



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