En el medio del Atlántico a una
altitud de 38,500 pies en asenso para el nivel 390, con un régimen de asenso
apena perceptible por los altímetros. De
repente oí leve explosión y sentí el
efecto de la inercia, como si el inmenso B-747 diera un frenazo en el aire. Tiré la revista que leía, miré los indicadores y noté que la RPM del motor #
4 bajaba al 20% y el EGT abandonaba los 700˚C grados enfriándose rápidamente.
En ese momento oí la voz del segundo oficial cuando gritó a todo pulmón… ¡¡perdimos el # 4!!, seguido por un momentáneo y nervioso silencio.
Miré el indicador de velocidad
del aire y noté que disminuía peligrosamente.
De inmediato, la tripulación, tratando de
cortar el flujo de combustible al motor
apagado, confundió las palancas y el capitán apagó el
motor # 3 empeorando dramáticamente la situación del vuelo. Entonces, con solo dos
de cuatro motores, y la velocidad del
avión cayendo rápidamente y todas la alarmas
de cabina activadas, incluyendo la de --uau,
uau pull up--!, el Copiloto ordenó "picar el avión " para aumentar la
velocidad del aire, lo que nos salvó del
"estoleo". De ahí en adelante,
la hora más larga de mi vida, con la
suerte de que había buen tiempo en el Atlántico Norte, lo que ayudó a preservar las vidas de los 435 o/b, incluyendo la mía.
Fue la realidad del vuelo
DOA-203, B-747-100, Ruta Malpensa Milan/Santo Domingo, cerca de la posición N-38˚ 00' 00"/ W 41˚ 00' 00˚. Estábamos volando
el arco de la ortodrómica al Norte de la trayectoria mostrada en la
figura.
I, Mullix
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