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11 de mayo de 2016

Doctor Peña Gómez; su nombre no se exhibe en el aeropuerto, pero ¿Por qué?


Dr. José Francisco Peña Gómez

En muchas de las ocasiones en que me reunía, por cualquier circunstancia, con mi profesor y amigo Don Haroldo Sanción, no era raro que surgieran conversaciones relacionadas con la figura política y de líder del Doctor José Francisco Peña Gómez. No fue una ni dos las veces que Haroldo me narró sus experiencias vividas junto al Doctor Peña Gómez y un grupo de jóvenes promesas políticas de República Dominicana y de otras naciones Latinoamericana, mientras participaban en un curso de formación política en la Escuela San Isidro de Coronado de San José Costa Rica, donde fueron  enviados por el PRD a principio de los sesenta. El curso era auspiciado por Don Pepe Figueres, un amigo entrañable de siempre de nuestro país.  Me contaba Haroldo que allá en San  José,  en el lugar donde se quedaban, había   una señora que siempre le decía, “--Mire señor,  usted ve,… ese moreno va a ser presidente de su país”--

En mi caso particular comencé a escuchar y dar seguimiento a Peña Gómez cuando ingresé a la UASD, en ese periodo  el recinto de la universidad  era el centro de actividad académica y de grupos políticos de todas denominaciones ideológicas. Las discusiones entre los miembros de las diferentes líneas ideológicas dominaban el ambiente y se hacían interminables. Para entonces, Balaguer gobernaba el país con manos férreas, mientras la voz de Peña Gómez dominaba el dial a la 1 p.m. través del programa “Tribuna Democrática”, transmitido por Radio Comercial. Mi devoción y seguimiento a Doctor Pena Gómez me llevó a “caer preso” por primera vez junto a dos hermanos a principio de la década de los setenta, cuando el Profesor Juan Bosch llamó al pueblo  a recibir al Líder que regresaba de realizar estudios en Europa.

Participé en los grandes mítines del Líder durante la primera mitad de los setenta, no había forma que me los perdiera. El mayor y más difícil de esos mítines me tocó vivirlo en la cabeza del "Puente de la 17",  en el año 1974. Allí vi al Doctor Peña pronunciando su discurso encima de la cama de un “camión volteo” que le sirvió de tarima, mientras era protegido entre otros, por su guarda espalda, Polonio Pierret, mientras las balas disparadas por infiltrados “silbaban” por doquier. “Peña era un hombre de valor” Después del triunfo del 1978 le oí quejarse por la luchas de este hombre con quienes trataron de ponerlo de lado, negandole su merecido sitial político . "Peña era un hombre de orgullo".

Varios años después, volví a ver  de nuevo a Peña Gómez, esta vez en el Aeropuerto Internacional de Baraja Madrid. Había ido a Europa a  recuperase de quebrantos de salud, quebranto que se le presentaron cuando debió asumir la sindicatura de la Capital en el período 1982, por las siempre diferencias entre algunos de sus seguidores cercanos,  pero de poco escrúpulo político, a quien todos conocemos por sus trayectorias. “Peña se sacrificaba”. Cuando le alcancó a ver me aparté del avión y caminé por la plataforma del estacionamiento de aeronave de Barajas, hasta colócame frente los cristales del mirador de la terminal, desde donde lo saludé, presentándole mis respetos.

Hoy, 18 años después de su partida, es evidente que pocos de los suyos han seguido su impronta y se han dirigido por sendas políticas muy diferente a la del Lider. Sin embargo, el pueblo llano, la gente noble y la historia le han reservado un espacio en la historia donde  vida  de este hombre se escribe  con tinta indeleble.  Pero no solo eso, su nombre bautiza el principal aeropuerto del país, pero como son la cosas, el nombre  de Peña Gómez no se exhibe en la fachada del AILA, como ocurre en los aeropuertos del mundo donde  los Estados  toman estas decisiones. Mientras tanto, el AILA existe  un "letreron" que se ve a distancia y que dice todo, menos Dr. José Francisco Peña Gómez.  


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