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4 de diciembre de 2015

Los diciembres de Dominicana de Aviación



Si alguien sabía  o  necesitaba ponerse a pruebas en programación de operaciones de vuelo de una empresa aérea, solo tenía que “agarrar” los ocho aviones, incluyendo los DC-6,  de  Dominicana de Aviación y  arreglárselas para  cuadrar los “cuchucientos”  vuelos del  itinerario regular  y los “extras sections”, fruto las ventas del mes de  diciembre de la CDA de mediado de los ochentas,  sin dudas el mejor  tiempo operacional  de la compañía.  Diciembre  era un mes que ponía a prueba a tripulantes demando, azafatas y sobrecargos, a operaciones, mecánicos,  despachadores, agentes de tráfico, equipaje, agentes de  rampa, choferes, carga, comisariato y otras dependencias operacionales de la empresa.

El asunto lo comenzaba Dirección Comercial, donde funcionaban reservaciones y ventas en Santo Domingo, así como en  las diferentes áreas nacionales y del extranjero, principalmente en EE.UU.,  Puerto Rico, Curazao, Caracas. La “maraña” de ruta cubría el Caribe y Sudamérica, Norteamérica alcanzando Canadá y el Oeste,  amén de los vuelos a Europa.  Para entonces  la flota la integraban  el HI-472, El Jumbo, el HI-442 el 707, Puerto Plata, el HI-242,  Duarte,  el HI-312,  Sánchez  el HI-212,  Mella, el HI-452 el  “Jordano” o Enriquillo,  el HI-92 , Padre Bellini y el HI-292 que no recuerdo ahora como se le llamaba.

El programa de  vuelos tentativo de diciembre  llegaba a operciones del AILA a mediado de noviembre, donde “caía” en las manos de Alberto Sharp Pubill, quien con un lápiz en su mano derecha y un  cigarrillo en la izquierda, comenzaba a asignar  aeronaves a diferentes rutas, cuidando maximizar el uso de los equipos y tripulaciones para realizar la "retajila" de vuelos que armaba la dirección comercial de José Jourdain, cuando Dominicana manejaba el 74% del mercado de pasajeros transportado por la vía aérea hacia y desde República Dominicana.

Armar la programación en primera instancia  era un “un flaisito” al pitcher, el problema era colocar los vuelos “extras” de la temporada y además,  agregar los vuelos chárter, teniendo en cuanta los aviones y la disponibilidad de las tripulaciones.  Por lo general los aviones se mantenían  “aeronavegables”  y si había algún problema, ahí estaba Amado Villa con su equipo, de buenos supervisores y mecánicos  en el hangar,  para “swapear” cualquier indicador,  bajar y sustituir cualquier CSD o remover cualquiera de los actuadores de flaps,  sin demoras. El problema era cuando el mantenimiento tomaba más tiempo de lo programado y las tripulaciones simplemente “se vencían”.

El plato fuerte era la estación de CDA del Kennedy de  Nueva York.  A partir del día 10 de diciembre había que estar ahí para observar el desarrollo de la  realidad que allí se daba. Durante ese tiempo   no era raro ver cinco aviones parqueados en los  ”gates”,  desde el 24 hasta el 33 del ala Oeste de esa terminal internacional del JFK. El trabajo era continuo, la filas de pasajeros interminable y el equipaje, el mayor dolor de cabeza de la temporada  debido a que  sobrepasaba cualquier posibilidad. Por ello había que planear vuelos de carga nocturnos, solo para transportar el equipaje rezagado en NYC. Otras veces había que bajar equipaje a Miami, aeropuerto  desde donde era transportado en los DC-6 a Santo Domingo. 

El mes de diciembre siempre fue  la prueba para quienes laborábamos  en operaciones, en las estaciones, mantenimiento  y en la línea de vuelo de la empresa, ocasión que recordamos y que esperamos regrese con la integración de una verdadera línea aérea bandera de la República  Dominicana, que retorne el orgullo de volar  como lo hicieron los dominicanos.       

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