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16 de agosto de 2015

Capitán Hernando Saviñón; una intensa labor profesional


 Nuestro inolvidable, Capitán  Hernando Saviñon

Quienes conocimos al Capitán Hernando Saviñon debemos reconocer haber compartido con un  capitán profesional, y más que eso, un   verdadero caballero, tanto en las cabinas  de las aeronaves, como  en los ambientes terrestres, espacios donde pudimos disfrutar de su jovialidad perenne, bajo cualquier circunstancia.  Debido a ello,  Hernando Saviñón es una de esas personas que da brega olvidar, a pesar de su inesperada e innecesaria partida, cuando aún  se desempeñaba como un profesional de la aviación, a quien se  auguraba un promisorio futuro.

Conocí a Saviñon cuando se desempeñaba como  capitán de  una aeronave perteneciente a una importante empresa nacional, donde realizaba una serie operaciones ejecutivas nacionales e internacionales, con la particularidad de que, a pesar de la trascendencia socioeconómica  de los ejecutivos de la referida empresa, Saviñon siempre se  las arreglaba para ofrecer felicidades de transportación a las personas que se lo solicitaban y que calificaban para abordar esos vuelos.

A pesar de su  estabilidad profesional, operando a tiempo completo para la referida empresa cibaeña, Saviñon se interesó e ingresó a la línea de  vuelo de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA) para continuar su desarrollo profesional para volar los aviones grandes. Fue así como completó un  curso de Ingeniero de vuelo,  tercer oficial para volar  las aeronaves B-727-100 Y 200. Después de capacitarse como tercer oficial de los B-727, rápidamente se capacitó y pasó del tercer asiento de las cabinas del Jet,  a ser segundo oficial de ese tipo de aeronave, función que realizó hasta la debacle de la CDA a finales de la década de los noventas.

Durante su prolongada  labor en CDA, me encontré con este caballero en la estación de Dominicana de Aviación  (CDA)  de Puerto Plata, cuando me desempeñaba como  encargado de operaciones de la Zona Norte de CDA. En Puerto Plata la pasamos muy bien con  Sabañón, quien para entonces ya  volaba los B-727 con su mano izquierda. Esa situación de jovialidad entre Saviñon y el equipo de trabajo de CDA en la Zona Norte  se presentaba, no solo en las cabinas de vuelo, sino que esta situación alcanzaba el Hotel Holy Day Inn, de Plaza Dorada, donde pernoctaban las tripulaciones, así como   la residencia de la Señora Soufrond de la ciudad de Puerto Plata, a quien recordamos por su buenos y oportunos  servicios al personal de CDA en esa ciudad.

Para Hernando Saviñon, Gilberto  Hoepeman, Juan Valerio era una  costumbre encontrarse en una placita del  pueblo  donde cenaban habitualmente, luego del  término de los vuelos del día. Allí nos encontrábamos en muchas  ocasiones. Para para mí era  bien divertido ver a estos hombres departiendo alegremente, mientras la brisa del Atlántico parecía  alegrarse de su presencia, en un ambiente indescriptible que  no se repetirá jamás.

Hernando Saviñon nos dejó no hace tanto. Se marchó  justo  cuando  realizaba la labor para la que vivió y murió.  Una labor que,  de seguro, debe estar realizando en el inmenso  cielo que nos cubre.    

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