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3 de febrero de 2016

Un accidente de aviación que me impactó


N-27UA

Uno de los accidentes aviación que más me ha impactado, fue el ocurrido a la aeronave N-27UA,  un DC-8-61F, carguero, operado por  la línea aérea Norteamericana Finair, cuando despegaba desde la pista 27 del Aeropuerto Internacional de Miami Florida, el día 07 de agosto del 1997, después del mediodía. El aparato estaba cargado con 16 pallets que pesaban 87,923 libras, principalmente, de “cuts” telas cortadas, para la industria de zona franca de República Dominicana. El avión despego con un peso aproximado de 315,000 lbs.

El aparato completaba una operación para la aerolínea dominicana Aeromar Airlines. La tripulación del vuelo estaba integrada personas conocidas, en especial dos buenos amigos que eran el Copiloto R. Mccormick  de apena 26 años de edad y el encargado de seguridad de carga a bordo,  un joven cubano apellido Franco, que había llegado a Miami  como exiliado político hacia apena unos meses antes.    

Como  el despachador de vuelo de Aeromar Airline en Santo Domingo/Miami, ese día bien temprano en la mañana, había llamado a Leónidas Castillo, Coordinador de Carga de la empresa Aeromar en el Aeropuerto Las Américas,  para saber el estatus del vuelo, el peso estimado  y tipo de carga saliendo desde  Las Américas a Miami. Leónidas me comunicó que el vuelo estaba retrasado, lo que no era raro en Finair. Esa mañana, según Leónidas, se trababa de un cambio de avión por asuntos operacionales.

Cerca de las 12:00 del mediodía, me comuniqué con operaciones de Finair de Miami donde me informaron que el vuelo estaba cargado y próximo a salir. Arranqué para el aeropuerto conduciendo con tranquilidad. Sin embargo, todo se derrumbó cuando el Jefe de operaciones de Aeromar aquí en Santo Domingo, me llamó comunicándome que el vuelo Finair 101 se había caído, justo cuando despagaba desde la pista 27 del Aeropuerto Internacional de Miami.

Lo único que se me ocurrió en ese momento fue “orillarme” a la derecha en el paseo de la autopista y estacionandome frente a la bomba de combustible de antes del peaje y mirar hacia el aeropuerto sabiendo la gravedad de la situación. Después de respirar profundo, continué hacia el depósito de carga de Aeromar en el AILA, donde encontré un escenario difícil en el que todos especulaban sobre la posible causa del accidente.

Aunque no hablé de ello en ese momento, por mi mente pasó el tema del procedimiento de cargue de los aviones de Finar en Miami. No fue una ni dos ni tres, sino muchas las veces que le hablé de ese   asunto. El problema era que, en muchos casos, cuando había posiciones sin pallets en el avión, estos se corrían, cambiando de posición en vuelo, debido a que en algunos casos, Miami no aseguraba, los candados que fijan los pallets al piso del avión, los “perros”, como decían los cargadores aquí en Las Américas. En ocasiones pallets pesados se trancaban entre sí, y despegarlo era toda una odisea y asunto de horas. 

Las consecuencias de ese accidente fueron devastadores, tanto para Finair como para Aeromar Ailines. Ambas organizaciones, sobre todo sus ejecutivos pagaron caro los errores cometidos en el procedimiento de cargue en Miami. En mi caso particular estaba plenamente consciente del asunto y de mi responsabilidad en el proceso de carga aquí en Santo Domingo. A pesar que no era mi responsabilidad hacerlo debido a que lo había un supervisor de cargue del avión, siempre estaba presente “enganchao” en el DC-8, chequeando que los pallets se colocaran según las instrucciones de la hoja de carga y que además   estuvieran correctamente asegurados con los "perros".  

El proceso de investigación de la NTSB de los Estados Unidos determinó que temas relacionados con el cambio de avión y el  peso de la carga tumbaron el avión, pero por las experiencias vividas yo me atrevo a decir que pallets sueltos que rodaron  mucho tuvieron que ver con el evento. Los accidentes de aviación andan por ahí, esperando solamente que cualquier persona se corra el chance de cometer un error o aun peor, de repetirlo.    


   

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