Leonardo de los Santos Fermín; mi padre; un verdadero padre
Este es el inolvidable rostro de mi padre;
Leonardo de los Santos Fermín, un recio hombre de campo, un samanés de origen a quien los suyos llamaban Don Ñaño. Fue un
hombre simple, de montañas y de
llanos. Creció, desarrolló y terminó al
lado del surco y del arado, del buey y del caballo. Sus brazos, dos fuertes músculos que terminaban
en pétreos puños, los que solo utilizó para enfrentar a su desafiante
amigo de siempre; la siembra del surco, en la ardua e interminable labor de
domar la tierra, labor la que nunca dejó mientras tuvo aliento.
Trazó caminos, trillos y senderos. Lo hizo por las
lomas, por el llano y las praderas. Se abrió paso a través de la maleza y las espinas del *broque*.
Tiró al suelo las ramas con el golpe del filo del
machete y siguió adelante. Lo hizo bajo el frío rocío mañanero y bajo la pertinaz llovizna de Mayo. Siempre cumplió su misión bajo un copioso chorro de sudor que cruzaba a raudales por su frente, pecho y espalda. En su labor, sus
días siempre fueron largos y sus noches, increíblemente, cortas. Siempre estas terminaban a tempranas horas de las madrugadas , cuando aún no se podía ver el brillo de la aurora.
Eso fue mi padre, un hombre simple y de respeto, un
hombre de trabajo y un sembrador impenitente, que siempre multiplicaba las simientes que plantaba. Daba
de comer al necesitado y trabajos a los dispuestos. Fue un hombre honrado, de
esos que solo tocan lo que con sus
esfuerzos han logrado, de esos que no roban ni se corrompen. Ese fue el legado más preciado me nos dejó mi padres a mis hermanas y hermanos.
Mi padre partió de este
mundo, luego de cumplir su misión en el planeta tierra, tierra de donde se marchó , hace algún tiempo, en un hasta luego por él decidido. Mi padre, ese fue un padre
verdadero, de esos que enseñan a sus hijos el valor del trabajo y la dignidad. Ese fue un ejemplo que nos dejó y que sus hijos hemos practicado.
1 comentario:
Mi padre también fué dé esos
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