No soy de las personas que suelen
olvidar y menos hacerse indiferentes frente a las gentes que se sabe que han aportado mucho a las entidades a las que entregaron
partes importantes de sus existencias, y que por su forma de ser ganan, sin muchos
esfuerzos, el aprecio de los demás. Para
quien suscribe, ese tipo de personas merecen ser reconocidas y respetadas, por quienes hemos tenido la suerte de
conocerles y tratarle en los ambientes dentro de los cuales han transcurrido parte de nuestras humanas existencias.
No podía referirme a una de esas
personas, sin antes emitir este
breve preámbulo, debido mi convicción
de que Rosendo Tavares, es una persona que merece el respeto y reconocimiento de todos. Esto así por haber desarrollado toda una trayectoria personal y profesional impecable, en el ámbito de lo que fue una vez, la Dirección
General de Aeronáutica Civil, DGAC hoy, Instituto Dominicano de Aviación Civil,
IDAC, donde se caracterizaba por su formalidad, bajo cualquier circunstancia.
Esta es una antigua sala de teletipos, donde el ruido es infernal. Las que manejo Tavares eran más modernas, pero el ruido era siempre insoportable.
Conocí a Tavares en el ruidoso ambiente de la sala de comunicaciones del entonces Centro de Información de Vuelo, Santo
Domingo del Aeropuerto Internacional de Las Américas, justo en medio del infernal
ruido de los teletipos ITT, aparatos cuyos ruidos eran capaces de frustrar
cualquier osada pretensión de "echar una pavita".
Sin dudas, Tavares fue uno de los teletipistas más habilidoso que he conocido en las lides del quehacer de la transmisión de datos en esa modalidad, en un sistema que demandaba de informaciones con un alto grado de rapidez, cuando las posibilidades técnicas eran muy limitadas, por lo que había que tener "dedos relámpagos" como lo poseía Tavares. La calidad, rapidez y profesionalidad de Tavares era tal, que cuando en el país se celebraban eventos internacionales importantes, las agencias de prensas internacionales lo solicitaban, para que con su velocidad proverbial, transmitiera, vía teletipo, los partes noticiosos a las agencias internacionales de prensa como EFE, UPI y otras. Además, Tavares era capaz de transmitir sin errores, por el teletipo, uno de los kilométricos planes de vuelo de IBERIA sin mirar una tecla.
Sin dudas, Tavares fue uno de los teletipistas más habilidoso que he conocido en las lides del quehacer de la transmisión de datos en esa modalidad, en un sistema que demandaba de informaciones con un alto grado de rapidez, cuando las posibilidades técnicas eran muy limitadas, por lo que había que tener "dedos relámpagos" como lo poseía Tavares. La calidad, rapidez y profesionalidad de Tavares era tal, que cuando en el país se celebraban eventos internacionales importantes, las agencias de prensas internacionales lo solicitaban, para que con su velocidad proverbial, transmitiera, vía teletipo, los partes noticiosos a las agencias internacionales de prensa como EFE, UPI y otras. Además, Tavares era capaz de transmitir sin errores, por el teletipo, uno de los kilométricos planes de vuelo de IBERIA sin mirar una tecla.
Después de mucho servir en el país, Rosendo Tavares
marchó a Estados Unidos. Allí, una fría tarde, mientras azotaba un severo invierno, me encontré con él en la llegada internacional del AIB del
Aeropuerto John F. Kennedy, cuando me
encontraba en la terminal bregando con la desaparecida CDA en esa terminal.
En la foto principal muestra a Rosendo Tavares con su esposa e hijo, un joven profesional que parece llevar la limpia trayectoria profesional que su padre le ha enseñado con la herramienta y método más efectivo que existe, el ejemplo. Mis abrazos a Tavares y su familia.
En la foto principal muestra a Rosendo Tavares con su esposa e hijo, un joven profesional que parece llevar la limpia trayectoria profesional que su padre le ha enseñado con la herramienta y método más efectivo que existe, el ejemplo. Mis abrazos a Tavares y su familia.
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