Siempre he dado seguimiento a
todo lo relacionado con la aviación civil colombiana. En ese sentido, disfruto de la historia de la aviación colombiana desde la aparición de sus primeras líneas áreas, alrededor del año 1919, cuyas
actividades convirtieron a Colombia en una de las primeras naciones del aéreas en operar líneas aéreas formales. Una de
esas líneas aérea fue la Compañía Colombo-Alemana
de Transporte Aéreo, SCADTA, siendo la tripulación
de uno de sus aviones la que localizó el
sitio exacto donde se accidentó parte de la cuadrilla del Vuelo Panamericano en
el 1937, vuelo en el que participó el avión Colon representando a República Dominicana y que piloteo el Capitán Frank Felix Miranda.
Durante la década de los ochenta tuve una relación directa con la aerolínea Avianca. Esto debido a que me tocó laborar en el área de
despacho de sus aviones, y por lo tanto trabajar con sus aeronaves y tripulaciones de mando, en sus vuelos de itinerario, Bogotá,
Santo Domingo, Bogotá que operaban sus B-727, B-707, e incluso B-747 que
realizaba una escala comercial en el Aeropuerto Internacional de Las Américas en su ruta
a Europa. En ese tiempo mantuve muy buena relaciones con los representantes comerciales de AVIANCA en Santo Domingo. Pero también, en varias ocasiones me tocó, junto a los despachadores
de la desaparecida Compañía Dominicana
de Aviación, CDA, viajar a Bogotá, Colombia, para allí, en la Escuela de
Operaciones de AVIANCA del Aeropuerto EL Dorado, realizar los cursos de refrescamiento, para mantener la vigencia de la licencia de Encargado de Operaciones de Vuelo y trabajar los HK de la empresa. Pero además, disfrutar de las frascas noches bogotanas en el Tequendama y sus alrededores.
Mediado de los ochenta. Parte de los despachadores de vuelo de la Compañia Dominicana de Aviación, esperábamos abordar el vuelo de AVIANCA, BOG/SDQ, luego de terminar el curso de refrescamiento de operaciones en la escuela de AVIANCA del Aeropuerto Intl. Dorado de Bogotá Colombia. De pie, izquirda a derecha, Adan Bodden, Pascasio Toribio, Tomas Concepción, Duarte Yapour y esposa, sentados izquieda, dererecha. Un servidor y Fernando Cruz.
Mediado de los ochenta. Parte de los despachadores de vuelo de la Compañia Dominicana de Aviación, esperábamos abordar el vuelo de AVIANCA, BOG/SDQ, luego de terminar el curso de refrescamiento de operaciones en la escuela de AVIANCA del Aeropuerto Intl. Dorado de Bogotá Colombia. De pie, izquirda a derecha, Adan Bodden, Pascasio Toribio, Tomas Concepción, Duarte Yapour y esposa, sentados izquieda, dererecha. Un servidor y Fernando Cruz.
En lo referente al actual conflicto laborar que afecta a la línea áreas AVIANCA, debo manifestar que como
inquieto de la aviación en todas sus
manifestaciones, el conflicto de AVIANCA me preocupa y me inquieta. Todo por su ya largo tiempo de duración y rumbo que van tomando los acontecimientos,
frente a una actividad tan sensible como es la industria del transporte aéreo,
donde los problemas de este tipo, resultan bastante sonoros, adquiriendo carácter
internacional con rapidez. Todo debido a
las características particulares del
transporte aéreo.
En los actuales momentos, el conflicto laboral parece estancado. Todo debido a las posiciones de la Asociación Colombiana de Pilotos Civiles, Acdac y de la gerencia de
AVIANCA. El problema es que la acción laboral ha perdurado por bastante tiempo y, por lo
general, cuando los problemas que surgen
en la actividad aeronáutica y no son resueltos
con rapidez, se convierten en muy tediosos, afectando mayormente a una de las partes, parte que no es precisamente la gerencia,la que puede esperar bastante. Aunque me ha tocado estar muy cerca de conflictos laborales en el área de la aviación, mi posición siempre fue darle salidas a las situaciones conflictivas, sin volar a los limites. Ojalá AVIANCA y Acdac lleguen a un acuerdo
conveniente para ambos y que la emprea continúe su vuelo como una de las más
importantes líneas aéreas de la Región Latinoamérica.
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