Su
Eminencia Reverendísima Nicolás de Jesús López Rodríguez
A rededor de las seis de la tarde
de un sábado de mediado de marzo del 2001, ya en el Aeropuerto Internacional de
Las Américas, esperaba impaciente que se presentaran al mostrador de IBERIA los
dos miembros de la delegación que viajaríamos a Ginebra Suiza, donde
asistiríamos a la reunión anual de la Federación Internacional de Asociaciones de
Controladores Aéreos, IFATCA, encuentro que se celebraba en aquella ciudad aquel año. Además de un
servidor la delegación la integraba Pascasio Toribio, mi hermano, Ángel Cueva
G. T. Borramé entre otros distinguidos controladores y amigos de siempre.
Uno de los aspectos interesante
de la reunión de ese año era que IFATCA iba a ser integrada como una organización
miembro de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), acto que
efectivamente se celebró en la sede de
Naciones Unida (ONU), con la presencia del Doctor Assad kotaite, Presidente
Emérito del Consejo de la OACI, quien hacía poco había visitado a República
Dominicana en gestiones relacionadas con el fallido Proyecto de Cooperación Técnica
con el que la organización quiso resolver el problema de la “Categoría 3” y Kofi Annan, Secretario General de la
Organización de las Naciones Unidas, ONU, galardonado con el Premio Nobel de la
Paz en el 2001.
Después de una espera incómoda
por cierto, se presentó al mostrador de chequeo de IBERIA el último miembro de
la delegación, amigo mío por cierto y a quien no voy a mencionar. El hombre fue
chequeado con toda la amabilidad, mientras yo solo observaba, loco por dejarlo.
Además del que llegó tarde, en el grupo iba un “niño” bastante grande por
cierto, a quien su madre tuvo a bien encomendarme especialmente, debido a que
nunca había estado tan lejos de la familia. Como es normal, los tickets de vuelo eran
clase económica y todos tenían un descuento importante. Poco después estábamos
abordando el A-340-600 para el largo vuelo que nos llevaría primero a Madrid,
donde haríamos escala para luego proseguir hasta el Aeropuerto Internacional de
Ginebra Suiza.
Ya en el avión fui llamado por la
jefa de cabina del vuelo, quien me comunicó que el comandante del vuelo me
invitaba a la cabina para el despegue del A-340-600 a lo que accedí con gusto. El
Capitán se había enterado que a bordo
había un grupo de controladores y parece, como es costumbre, quiso mostrar su amabilidad
con quienes, siempre les damos buenos
servicios y mejores informaciones, aunque en algunas oportunidades les damos
algunos malos momentos, con autorizaciones complicadas, ilógicas y vectores radar “cuadrados”, que conllevan
virajes cerrados.
Cuando entré a la moderna cabina
del Airbus 340-600, una bienvenida, presentación e invitación a que me siente en
el “Jump seat”, justo detrás del Comandante. De inmediato una agradable
conversación del tema obligado, aviación. Pero seguido me preguntó qué cuanto
éramos la delegación. Realmente éramos bastante, todos en clase económica. Algunos
sentados en asientos por allá por donde le dicen 56 K+, “más atrás de la cola
del Airbus”. Pero entonces las condiciones de vuelo para la delegación cambiaron
dramáticamente. El Capitán llamó a la Jefa de Cabina y le ordenó un “up grading”
al grupo, entonces toda la delegación fueron movidos a “primera clase”.
Rápidamente, “push back al avión”
cuatro motores encendido y rodando a la pista 17. Poco después el A-320-600
despegaba con toda normalidad y apuntaba rumbo Nordeste, buscando las
coordenadas geográficas 40N/60W de su plan de vuelo Las Américas, Santo
Domingo, Barajas, Madrid. Después de un buen rato conversando con la
tripulación de mando, la jefa de cabina del vuelo entró a la cabina de mando y
me preguntó que si apetecía algún aperitivo, bueno, pues no tuve de otra que
decirle que sí y me dirigí a mi asiento, ahora en primera donde hay mejor
trato.
Cabina de Primera Clase A-340-600 IBERIA
Pero cuando salí de la cabina para
dirigirme hacia mi asiento, note que en el primer asiento del pasillo izquierdo
de “gran clase”, en ese tiempo, me encontré con la mirada de su Eminencia
Reverendísima Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, quien iba en el
asiento de la ventana. Parece que como yo no tenía atuendo de tripulante le
extrañó verme salir de la cabina de vuelo del avión. Ya que cruzamos miradas procedí a saludarle
con la formalidad que corresponde, además de presentarme ante él y diciéndole quien era y
quienes me acompañaban y que íbamos a Ginebra, Suiza a una conferencia
internacional a lo que el Cardenal respondió con gesto de agrado ¡Oh… que interesante
!!. Entonces seguí a mi nuevo asiento ahora en primera clase.
Cuando llegué noté que los
miembros de delegación disfrutaban del servicio de comida de primera clase y solicitaban
bebidas “a la carta” invitados por el Capitán. Algunos cruzaron la barrera del
vino y a pesar de la hora se “enredaron” con un escoces famoso por su caminar. En cuestión de unas cuantas horas, el sol salía
y después del sueños improvisado en los grandes asientos el A-340-600 se
aproximaba a la costa de Portugal y finalmente entraba al espacio aéreo español
y luego Barajas.
En Barajas, saliendo del avión me
despedí del Cardenal cuando salia del avión quien prosiguió su viaje rumbo al Vaticano, un pequeño “Estado
Traspasado”, pero importantísimo por su transcendencia global, del cual Su Eminencia
Reverendísima, como todo Cardenal, le corresponde la ciudadanía. Mientras
tanto, nosotros seguimos rumbo al
Aeropuerto Internacional de Ginebra, donde fuimos recibidos por el Comité de
Bienvenida, integrándonos de inmediato a las actividades del evento y a visitar
algunos lugares importante de una ciudad que alberga las sedes principales de
las organizaciones internacionales más importantes del planeta.
El Papa Francisco acaba de
designar un nuevo Arzobispo de la Archidiócesis de Santo Domingo, ciudad
Primada de América, por supuesto, luego de aceptar la renuncia del Cardenal
Nicolás de Jesús López Rodríguez. Se
trata del Obispo Francisco Ozoria Acosta. Hasta ahora el Obispo Francisco
Ozoria se desempeña como Obispo de San Pedro de Macorix, cargo que cumple desde hace tiempo con una gran vocación de humildad y desarrollando una gran labor
pastoral, dando acogida a los pobres y siendo solidario con la inmigración ordenada.
Mientras tanto López Rodríguez sigue
siendo Cardenal mientras Dios tenga a bien darle el Don de la vida, después de
haber agotado un dilatado período como el Arzobispo de la ciudad de Santo
Domingo de Guzmán, Ciudad Primada de América.
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