Ángel Christopher Martìnezt
Cuando comencé a
laborar en despacho de vuelos y operaciones de la Compañía Dominicana de Aviación, CDA, escuchaba hablar sobre los profesionales que
tenían la inmensa responsabilidad de conservar la flota de aeronaves impecable
desde el punto de vista de su mantenimiento aeronáutico. Fue así como escuché hablar de muchos buenos técnicos dominicanos y extranjeros, sobre todo de un
norteamericano que trajo Boeing Comercial Airplanes llamado Mike Fletcher y de otro
técnico dominicano genial y laborioso
formado por la entonces Fuerza Aérea Dominicana, FAD y Boeing quien respondía al nombre de Amado
Villa.
También
oí hablar y conocí a otros buenos técnicos dominicanos muy bien
formados como Rafael Rosario, Emmanuel Calderón y además de los hombres encargados de
la supervisión de mantenimiento de los aviones de la empresa, tanto hélices como en
turbinas. Entre ellos estaban mis luegos buenos amigos Erasmo Robles, "El abajao", Angeles
Collado, “El Jorro” y otros tanto profesionales a quienes los
despachadores interrogábamos continuamente sobre la situación de los
aviones cuando por cualquier problema eran “remolcados” desde la rampa principal del aeropuerto hasta el hangar donde se le trabajaba aceleradamente para resolver una falla removiendo cualquier actuador de flaps, un generador, bajar un pesado C.S.D, o cuando se requería de algún “trimeo” de las palancas de los aceleradores, o bien, “suapear” algún instrumento, o "correr" alguna turbina.
Fue
en ese ambiente de ruidosas aceleraciones de las Pratt &
Whitney JT8D cuando oí hablar por primera vez, del Departamento de Control de Calidad de Dominicana de Aviación de Ángel Christopher
Martínez, quien a la sazón dirigía a ese importante departamento crucial del área mantenimiento de cualquier empresa del transporte
aéreo. Tiempo después sobrevino la crisis y desaparición de la CDA y con ella
la dispersión paulatina de todos esos buenos técnicos, quienes debieron buscar ocupación
en otras empresas locales, irse al extranjero o bien dejar de laborar en mantenimiento de aviación para
siempre.
Nunca imaginé que tiempo después me tocaría el honor de laborar nuevamente junto a Ángel
Christopher. En esa ocasión nos encontramos en la Compañía Aeromar Airlines, donde
Christopher tuvo a su cargo el Departamento de Control de Calidad de la empresa, donde su desempeño profesional fue tal como lo hizo en la ya desaparecida CDA, exelente. Allí en Aeromar Airlines, debajo
del ala derecha de un viejo DC-6 de la empresa, mientras esperábamos el vuelo 101 e Aeromar procedente de Miami, nos enfrascábamos en largos intercambios de ideas sobre la
situación del mundo aeronáutico nacional, afectado terriblemente por la Categoría 3. En esos intercambios planteábamos y discutíamos iniciativas para resolver una situación cuyos "efectos secundarios" aún nos afectan.
En ese particular sitio de la rampa del AILA también me hablaba de sus sueños en relación al futuro de la aviación comercial nacional, mientra "Caco" yo y otros técnicos le escuchábamos sus planteamientos con suma atención. Sin embargo, poco después ocurrió el accidente del vuelo 101 de Aeromar del día 07 de agosto del 1997, mientras despegaba de Miami hacia Santo Domingo. Este evento sumió a Aeromar en una profunda crisis que eventualmente sacó la empresa del mercado aeronáutico para siempre.
En ese particular sitio de la rampa del AILA también me hablaba de sus sueños en relación al futuro de la aviación comercial nacional, mientra "Caco" yo y otros técnicos le escuchábamos sus planteamientos con suma atención. Sin embargo, poco después ocurrió el accidente del vuelo 101 de Aeromar del día 07 de agosto del 1997, mientras despegaba de Miami hacia Santo Domingo. Este evento sumió a Aeromar en una profunda crisis que eventualmente sacó la empresa del mercado aeronáutico para siempre.
Sin
embargo algunos años después, a mediado del 2004, nos encontramos nueva vez. En
esta ocasión el encuentro se produjo en la entonces Dirección General de Aeronáutica
Civil, DGAC, donde Ángel Christopher llegó a mediado de aquel año y donde jamás imaginó que recorrería el último tramo de su productiva carrera
aeronáutica. Estando allí de vez cuando lo visitaba, encaminándome hasta su
modesto escritorio localizado en lo profundo de las oficinas situadas en el "Bloque
A" de la entonces DGAC para saludarlo y hablar del pasado. Pero, en el marco de esos encuentros me seguía manifestando
sus empeños y sueños sobre la institución, como lo hizo el Dr. Martin Lutter
King, en su memorable discurso de Washington D.C. del 1968. Ahora Christopher tenia parte importante del problema de la Categoría 2 "asterisco" sobre su propio escritorio en un legajo interminable de papeles.
Poco
después; el final y el silencio externo de Ángel Crristopher Martínez. Ese silencio inició bien temprano, durante una fatídica mañana de la que se cumple ya
una década. Ángel Cristopher nos dejó todo un legado de dignidad y trabajo de
toda una vida dedicada a la aviación de este país. En este décimo aniversario
de su irreparable partida, esta es mi reflexión sobre un hombre bueno que
ofrendó su vida a favor de una actividad noble como es la aviación, actividad que este hombre ejerció y amó durante toda su breve vida, durante la cual me honró con su amistad sincera, tal y como lo hice también yo con este hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario