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17 de diciembre de 2015

Navidad y año nuevo “quedao” en Nueva York


Foto: Airlines net

Posiblemente pocos recuerden este  avión que aparece  en la foto. Se trata del HI-576-CT, una aeronave tipo Mc Donald Douglas  DC-8-62 H, propiedad de una empresa  aérea privada  dominicana que se llamó  Antillana de Navegación Aérea. Antillana  operó  a finales de la dédada de los ochenta, pero recuerdo que su  frecuencia de vuelos eran bajas y el avión “vivía” parqueado en la rampa Norte de AILA.  Bueno, pero de repente la aeronave comenzó a hacerle algunos  vuelos a la Compañía Dominicana de Aviación  CDA, sobre todo cuando los itinerarios se “apretaban” o bien, cuando  se presentaban problemas que le impedían volar a los “caballos de CDA”.

 Ese fue el caso de finales de diciembre del 1989, cuando “caí en un gancho” al concretar un acuerdo de turnos de trabajo  con mi hermano Pascasio Toribio,  en el cual yo haría los días  24, 25 y 26 de diciembre  en operaciones de CDA en el Aeropuerto Kennedy,  mientras que pascasio  haría el 30, 31  de diciembre  y el 01 de enero, cuando el programa  indicaba que Antillana realizaría esos vuelos. En mi caso tenía  planeado regresar a Santo Domingo el día 30 de diciembre en el último vuelo del día,  que haría precisamente el DC-8-62 H de Antillana, avión al que bautizamos como “Teleantillas”  ¿Por qué?, no me pregunten.

Después de haberme “tirado” la tarde del 24 de diciembre  y despachado el último vuelo a Santo Domingo, crucé  la rampa y fui al comedor de Pam American, donde disfruté  de un  “chile” para ayudarme con el frío. Entonces abandoné  el aeropuerto y fui  a visitar mi amado hermano Diomedes y juntos caminamos  a una parroquia  del área de Brooklyn a escuchar “villancicos navideños”. Luego me marché  al sector de  Queens  a una residencia  propiedad de  Charna Putra Mahapatra,  un amable hindú que laboraba para CDA y Air India, donde me quedaba. El 25 de diciembre, lo mismo, pero cuando terminé Pascasio me invitó  y a su casa.
   
Pasada la fiesta de  noche buena y navidad, solo esperaba el 30 para regresar a Santo Domingo  y reunirme con mi familia, pero como las cosas no siempre salen como uno quiere, a partir del 29 de diciembre  el área de  Nueva York   comenzó a ser  afectada por una densa  niebla, que reducía la visibilidad a valores inferiores a los autorizados en los manuales  de muchas empresas aéreas. Ese día no hubo vuelo de  CDA a Nueva York, pero lo peor, por la misma situación  tampoco lo hubo vuelo  el 30,   para entonces  “yo estaba quedado en Nueva  York”. Mientras tanto, no hubo  que bregar mucho con los pasajeros, cuando estos llegaban al aeropuerto y observaban la situación del tiempo, ellos mismos agarraban sus taxis pa”tra.

El 31 de diciembre llegué  temprano al Kennedy, la situación seguía igual, entonces, entre Pascasio y yo nos concentramos a estudiar los pronósticos a ver las posibilidades, pero cuando le enviamos  la información a Santo Domingo, la tripulación de Antillana Navegación Aérea  se agarró de sus manuales y tampoco  iniciaron el vuelo. Recuerdo que los valores eran  techo oscurecido y visibilidad menos de un cuarto de milla,  niebla. Solo las aeronaves con capacidad ILS CAT III  entraban al Kennedy, de las que  escuchábamos solo  rugir de sus  motores  cuando se aplicaban los reversibles. 

A medio día del 31 me di  por vencido, llamé  a mi familia a Santo Domingo los consolé explicándole la situación del tiempo y me retiré  del aeropuerto “agarrando”  para donde mi hermano en Brooklyn,  donde  nos reunimos en  casa de  Don Cece Collado,  un viejo amigo de la familia. Allí  tuve que integrarme al rezo del Santo  Rosario a la  Virgen, pero  cuando terminamos, me  vino a la cabeza  que  había llevado  una bebida espirituosa y mientras escuchábamos los temas tradicionales de la temporada, nos  libamos  algunos tragos y casi ni nos enteramos que ya estábamos en el año nuevo.    

Llegué a Santo Domingo el año siguiente, el primero de enero el 1990, con el Capitán Eddy Francisco Tineo,  cuando todo había pasado.  



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