Lo que pasa en París con los pilotos que se fugaron "espectacularmente", de una prisión
de "máxima seguridad” de República Dominicana, para luego iniciar largo viaje de 1,400 leguas atreves del Océano Atlántico, que los llevó de isla en isla, hasta tomar un largo vuelo hasta París Francia, así como lo que ya había sucedido antes de ellos "caer presos” aquí en el patio, tiene argumentos para escribir un
libro y luego hacer la adaptación para rodar una película que pudiera tener como
título “La última bachata en Paris”.
Este título a propósito de una famosa producción cinematográfica rodada en el año 1972, con la participación de un famoso actor norteamericano y un mejor músico argentino, quien interpretó el tema al ritmo de su famoso instrumento bajo su vistoso sombrero negro. La única diferencia entre el referido clásico cinematográfico y “La última bachata en Paris” radicaría en que la orgía del viejo apartamento parisino, no tuvo su origen en el impulso del amor repentino, sino que tuvo como su causa, las caricias de 1,500 libras de sustancia prohibida que iría, supuestamente, a La Francia y cuyo valor de mercado duplicaba el precio del avión Falcon utilizado.
Ahora, mientras que aquí cantamos la canción que dice “como fue” y se habla hasta de un rescate aéreo como el de Entebbe Uganda, un abogado actuante habla de una veloz lancha, tipo James Bom, en la que, a pesar de su gran velocidad, al jurisconsulto que armó el "gran escape" ni siquiera se le voló el sombrero.
Este título a propósito de una famosa producción cinematográfica rodada en el año 1972, con la participación de un famoso actor norteamericano y un mejor músico argentino, quien interpretó el tema al ritmo de su famoso instrumento bajo su vistoso sombrero negro. La única diferencia entre el referido clásico cinematográfico y “La última bachata en Paris” radicaría en que la orgía del viejo apartamento parisino, no tuvo su origen en el impulso del amor repentino, sino que tuvo como su causa, las caricias de 1,500 libras de sustancia prohibida que iría, supuestamente, a La Francia y cuyo valor de mercado duplicaba el precio del avión Falcon utilizado.
Ahora, mientras que aquí cantamos la canción que dice “como fue” y se habla hasta de un rescate aéreo como el de Entebbe Uganda, un abogado actuante habla de una veloz lancha, tipo James Bom, en la que, a pesar de su gran velocidad, al jurisconsulto que armó el "gran escape" ni siquiera se le voló el sombrero.
Lo que no es película es la prisión de uno de los acusados allá París, quien cayó en mano del inspector “Clauseau”, dizque por otra "vaina" parecida que ojalá no haya sido por estos lares, para no complicar más las cosas. Mientras tanto, aquí todavía buscamos culpables y hasta nos manifestamos contra la embajada de La Francia y reclamamos respeto a nuestra soberanía.
Pero también aquí, procuradores y fiscales, lloran y lloran en vez de buscar la forma de determinar quienes bailaron en un mosaico, la “ La última bachata en París” aquí en el patio. Pero que dejen eso de buscar la forma de ir a la "Ciudad de la luz" a darse unos vinitos en el Moulin Rouge y de bailar en el Lido al ritmo del candente can can.
Foto: El Portador.
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