Capitán Richard González
Hace algún tiempo un buen amigo que realizó muchos vuelos con él, como tripulante de cabina, me
preguntó sobre el Capitán Richard González, pero sobre todo, me preguntó ¿Qué había
pasado con él? A su interrogante le respondí que Richard González fue un buen amigo de todos, un profesional y jovial tripulante de mando de origen puertorriqueño donde inició como tripulante de una popular linea aérea de esa nación. Que Richard había llegado a República Dominicana, donde se integró a las cabinas de mando de Dominicana de Aviación, bien temprano en la década
de los años setenta, convirtiéndose, prácticamente, en un dominicano más.
Le dije, además, que cuando le conocí ya era copiloto
de los B-727 de la CDA y su esposa, Doña Lucy, también puertorriqueña, se había establecido en República
Dominicana y laboraba un uno de los hoteles
más importantes de la capital dominicana. Muy pronto Richard era “bañado” y recibía su
ramo de flores en la rampa del AILA, como capitán de los
B-727, trabajo que realizó muy profesionalmente. Cuando la CDA adquirió el
B-707 de la aerolínea Transporte Aéreo Portugueses (TAP) de Portugal, en el
1983, Richard González fue uno de los capitanes escogidos para hacer el curso
de “up-grading” para volar el “heavy” B-707, como le decían los tripulantes del avión para “echarle
vainas” a los tripulantes que habían permanecido en la flota de los B-727 de CDA.
La permanencia de Richard González
en el país terminó abruptamente, como terminó para
muchos tripulantes de CDA que debieron marchar al “exilio laboral” hacia lejanas naciones para sobrevivir a la “hecatombe”
que se llevó a la CDA, así como a la aviación comercial de República Dominicana. Como muchos tripulantes, Richard Gonzales debió marcharse al
lejano Oriente, donde encontró a otros dominicanos que partieron hacia esas latitudes,
pensando que la crisis de CDA era cosa de poco tiempo, pero por desgracia, la situación
se ha prolongado tanto que aún no termina y que los proyectos que se han intentado hasta ahora han ido al fracaso, en
un mercado repleto de millones de pasajeros y miles de toneladas de carga aérea.
Después de varios trabajos en el
Lejano Oriente, Richard González llegó a una nación tan lejana como Nepal, enclavada en las estribaciones de la cordillera
del Himalaya al Este de la India. Allí,
junto a otro dominicano, el Capitán Leónidas Guzmán, un buen amigo de Richard y mio por cierto, ingresaron a la aerolínea de carga Hinduja Airlines, con
base de operaciones en Katmandú, capital de Nepal.
El día 07 de julio del 1999, en horas de la tarde, hace ya 16 años, el Capitán Richard González perdió la vida en un lamentable accidente de aviación, junto a cuatro tripulantes que le acompañaban. El B-727-243 carguero que comandaba Rochard, con cerca de 50,000 libras de carga, chocó con una loma, minutos después de haber despegado del aeropuerto internacional de Tribhuhan, Katmandú, para completar un vuelo de 500 millas náuticas, que lo llevaría a Nueva Deli, India. El B-727-243 chocó con la una ladera de una montaña al Sur Oeste del aeropuerto, a 7,500 pies de altitud, cuando intentaba un giro, para establecerse en el procedimiento del salida normalizada del referido aeropuerto.El accidente fue investigado por las autoridades de aviación civil de la India, que rindieron un amplio informe en relación al evento.
Al momento del accidente en las inmediaciones del aeropuerto caía una pertinaz llovizna, que según dicen los investigadores, nada tuvo que ver con el percance. Lo difícil fue recuperar los restos mortales de las víctimas del fatídico accidente. Como cosa de la vida,dos días después del accidente, Richard González tenía planeado viajar a Puerto Rico para visitar los suyos, en un período de vacaciones para el cual había acumulando tiempo extra realizando vuelos que hizo a compañeros para tener más tiempo libre, en unas vacaciones que jamás tomó.
El día 07 de julio del 1999, en horas de la tarde, hace ya 16 años, el Capitán Richard González perdió la vida en un lamentable accidente de aviación, junto a cuatro tripulantes que le acompañaban. El B-727-243 carguero que comandaba Rochard, con cerca de 50,000 libras de carga, chocó con una loma, minutos después de haber despegado del aeropuerto internacional de Tribhuhan, Katmandú, para completar un vuelo de 500 millas náuticas, que lo llevaría a Nueva Deli, India. El B-727-243 chocó con la una ladera de una montaña al Sur Oeste del aeropuerto, a 7,500 pies de altitud, cuando intentaba un giro, para establecerse en el procedimiento del salida normalizada del referido aeropuerto.El accidente fue investigado por las autoridades de aviación civil de la India, que rindieron un amplio informe en relación al evento.
Al momento del accidente en las inmediaciones del aeropuerto caía una pertinaz llovizna, que según dicen los investigadores, nada tuvo que ver con el percance. Lo difícil fue recuperar los restos mortales de las víctimas del fatídico accidente. Como cosa de la vida,dos días después del accidente, Richard González tenía planeado viajar a Puerto Rico para visitar los suyos, en un período de vacaciones para el cual había acumulando tiempo extra realizando vuelos que hizo a compañeros para tener más tiempo libre, en unas vacaciones que jamás tomó.
En mi caso particular no fueron
pocos los vuelos que me tocaron realizar
con el capitán Richard Gonzales al mando. En cada uno de esos vuelos disfruté de su profesionalidad, distinción y tranquilidad como comandante. Pero sobre todo, disfruté de su tremendo buen humor, condición que hacían
que las largas horas de vuelo a destinos como Canadá, Dallas y a Milán Italia, pasaran
rápido. Que el Dios Todo Poderoso tenga
al Capitán Richard González, donde deben
ir los que no hacen daño a nadie y aman el bien.
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