Si las especificaciones técnicas de
la aeronave proyectada por “Air Cocaine”, para la operación de su vuelo trasatlántico
entre Punta Cana, República Dominicana y Saint Tropéz, Francia no fueron variadas, no hay dudas de que se trataría de
un vuelo al límite, intentado por parte
de una tripulación que, de acuerdo a lo
ya sabido, tiene experiencia sobrada y en apariencia, un gran valor personal, tripulación que realizaría un vuelo que produciría "beneficios brutos" con un equivalente aproximado de 1,500,000.000.00 millones de pesos dominicanos.
Como todos saben, la aeronave en cuestión
es un Falcon 50, matrícula francesa F-GXMC.
El Falcon 50 es un popular jet trireactor ejecutivo, producido, precisamente por Dassault Aviations de la industria aeronáutica
francesa. Dassault Aviations produce también otras aeronaves civiles y militares, así como otros elementos relacionados con el transporte aéreo
y la defensa. En término de tiempo de vuelo, el avión estaba prácticamente al límite, debido a la distancia entre el punto de origen, el Aeropuerto
Internacional de Punta Cana y el destino, Aeropuerto de Saint Tropéz, localizado en la costa mediterránea francesa. El
avión recorrería una distancia aproximada de 3,998 millas náuticas, con una
aeronave, cuyo alcance máximo es de 4026 millas náuticas, todo de acuerdo a las especificaciones técnicas publicadas, con un tiempo de vuelo aproximado de 8 horas.
Como factores a favor del vuelo
estaba la baja cantidad de “carga paga” (payload) del vuelo, que eran solo los 700 kilos de una popular “sustancia controlada”, a bordo. El peso de la tripulación, capitán, copiloto y
sobrecargo eran parte del peso operacional del avión. Como es normal
operacionalmente hablando, el capitán debió haber sometido su plan de vuelo
con sus aeropuertos alterno, tanto en ruta como en el
destino, aeropuertos donde aterrizaría en caso de problemas técnicos meteológicos o cualquier otro tipo.
El vuelo “Air Cocaína” ha
evidenciado muchas debilidades en término
de seguridad “security”, no “safety”
abriendo además, un debate poco aconsejable
entre algunas autoridades de República Dominicana y de Francia, pero también muchas opiniones a todas luces descabelladas. Al fin y al cabo, creo
que nosotros, los dominicanos, somos
responsables de todo lo que pasó, desde que esa “carga” llegó al país, cuando
fue cargada al Falcon 50, pero sobre todo, somos culpables de que los tripulantes se marcharan “espectacularmente” si se quiere, de un país donde lo más probable es que no regresen
más.
En la foto: El Falcon 50. Cortesía de Mundo.
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