Torre Las Américas
A Propósito de terremotos y
temblores de tierra, siempre resulta traumático experimentar un fenómeno de este tipo. Pero el
caso se extrema cuando el fenómeno sorprende
a cualquier persona en un lugar en
apariencia vulnerable, como pudiera ser
una torre de control. Cuando un temblor
de tierra te sorprende una torre de control, con aeronaves en el aire, próximas a aterrizar
o en carrera de despegue, resulta razonable que la situación puede comprometer la seguridad del avión y de
sus ocupantes,pero también,quien esta como operador, casi siempre sufre una situación de estrés extremo, sabiendo que tiene la obligación de permanecer en ese sitio.
Sin ir muy lejos, en una oportunidad
me vi comprometido con una de estas situaciones,
cuando cumplía un turno de trabajo en la Torre de Control del Aeropuerto
Internacional de Las Américas. En el turno me acompañaba de un “nuevo”, de esos que como es normal siempre están prestos a
completar todo el turno trabajando, por lo que debí frenarlo.Aun así,se mantenía con los prismáticos, escudriñando el cielo, pulgada por pulgada. Era cerca del mediodía y todo trascurría con normalidad. En ese momento había poco tránsito, solo teníamos un estimado de un vuelo de itinerario, procedente de Nueva
York y otro de CDA que rodaba hacia la pista 35 para despegar a Miami Florida.
Cuando el Capitán del vuelo de
llegada se comunicó, se le suministraron los datos y se le autorizó el
aterrizaje. Cuando el avión se enfiló en final para la pista 35, comencé a sentir un “bailoteo” y a oír unos ruidos
raros. En pocos segundos comprendí que se trataba de un temblor de tierra y le
ordené al vuelo en final para aterrizar un
“go araund”, informándole las razones, y
de inmediato le ordené a el controlador que me acompañaba que llamara al centro
de control y le informara que estaba
temblando y que había mandado al A-300 en final “al aire” debido a que estaba temblando la tierra y que estaba cerrando el
aeropuerto.
Mi sorpresa fue grande cuando
mire hacia atrás, y me enteré que estaba solo en la torre. Mi ayudante había
procedido a bajar de la torre “raudo y veloz”, y cuando miré hacia el parqueo, que en ese tiempo existía al pie de la torre, el hombre estaba “parquiao“ allá abajo, mirando hacia arriba, a ver qué pasaba, con la torre que veía altísima,
antes de la ampliación del AILA. Entonce deduje que parte del ruido que escuché fue el producto de
las pisadas de las botas de mi compañero, cuando bajaba "ochenta" peldaños de la escalera de metal de la torre. El temblor no fue muy largo, y poco después, supervisora
estaba chequeando la pista, comprobando que todo estaba normal y en, aproximadamente, 40 minutos, el aeropuerto volvió a operar con
normalidad.
Dependiendo de su magnitud, los terremotos
son fenómenos que pueden afectar gravemente la infraestructura aeroportuaria,
pudiendo ocasionar grandes pérdidas a
los aeropuertos y a la industria del transporte aéreo, pero que, por suerte, no se sienten a bordo de las aeronaves en vuelo.
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