Capitán Sebastian Segura Alcántara
Se
puede decir, con propiedad, que la
Compañía Dominicana de Aviación (CDA) operó con buen record de seguridad, tomando en cuenta que en 55 años de vida como empresa aérea linea bandera de República Dominicana,
con un aproximado de algo más de 200,000 vuelos, solo le ocurrieron 3 (tres) accidentes
mayores y uno menor, que causaron 136 fatalidades. De lo cuatro accidentes, tres
ocurrieron en la fase de despegue y uno en la fase de vuelo crucero. Entre las justificaciones de este índice de siniestralidad se pueden citar
factores como la calidad de los
tripulantes de mando durante la primera etapa de la empresa durante las décadas de
los cuarenta y los cincuenta, lo que
parece haber sido fruto de la rigurosidad de los tiempos del “Jefe” y después, la nueva filosofía operacional, luego del
cambio de la flota a los B-727, a raíz del peor accidente de la CDA ocurrido a un DC-9-32 de la empresa, matriculado HI-177. En segundo termino los entrenamientos en la escuela de United Airlines en Denver, Colorado, EE.UU.
Como
todos todos los que laboramos en el área de operaciones de vuelo de CDA, pude comprobar
las condiciones profesionales de sus tripulaciones de mando. Como despachador de vuelo me tocó laborar, tanto en tierra como en vuelo en todas las circunstancias, cuando las actividades nos obligaban a
volar en las cabinas de CDA, o bien,
cuando debíamos estar en las estaciones nacionales o en el extranjero coordinando
asuntos operacionales, asistiendo a las
tripulaciones brindándoles las informaciones que, posiblemente, evitaron
muchas “vainas”, como dice un buen amigo. En sentido general, pude ver a las
tripulaciones resolver muchas situaciones difíciles que se presentaron en vuelo, incluyendo
aquellas en que éstos "zorros del aire" debieron "sacar de abajo" para completar una operación, como se dice en el argot
popular.
Una
de esas situaciones extremas, donde “hubo que sacar de abajo” la viví durante
una fría noche del 3 de diciembre del año 1989, en la oficina de operaciones de
la estación de Dominicana de Aviación de Nueva York, que se localizaban en la tercera planta del “west wing” de la antigua terminal del
Aeropuerto John F. Kennedy, espacio que compartíamos con Paskitan Internacional Airlines y Nigeria Airlienes entre otras. Aquella noche el Capitán Sebastián Segura Alcántara,
su copiloto Ariel Gonzales y el Ingeniero de vuelo Gorgy Gómez iban a intentar un difícil aterrizaje en la pista 22L del JFK, durante una de esas situaciones extrema de mal tiempo, de esas que suceden cuando los pronósticos
meteorológicos fallan, siendo sorprendidos por la realidad de un complicado tiempo actual. La situación de
mal tiempo empeoraría debido al gran congestionamiento del tráfico aéreo en el área terminal del Kennedy provocado, precisamente, por el mal tiempo ademas de la hora pico de la terminal.
Todo
iba bien aquella noche, el DOA-904 había despegado de Puerto Plata, sin novedad. De acuerdo al mensaje de salida desplegado en el teletipo de la red SITA y nuestra conversaciones telefónicas con el Despachador Zacaria de la Estación Puerto Plata,
el vuelo estimaba arribar a JFK las 0000 UTC 8:00 p.m., hora local de Nueva York. Según el programa, el HI-312,
regresaría a Puerto Plata esa misma noche, en lo que seria una operación “turn around”, debido a
la demanda de aviones para las
operaciones de CDA al día siguiente. La información meteorológica de la 23:00 UTC 7:00
p.m. daba condiciones, aunque no muy buena, apropiada para una aproximación por
instrumento, de acuerdo a los manuales de la CDA y las autorizaciones de la tripulación. Me calmaba que Segura era el Capitán por lo que entendía que no habría problemas.
Aunque
con mucho tráfico, el aeropuerto operaba
con normalidad y, mientras esperábamos la llamada del vuelo en la frecuencia de
compañía, monitoreábamos la frecuencia del “Tracon” de Aproximación New York. Fue cuando comenzamos a escuchar que se estaban
produciendo aproximaciones fallidas y oímos ademas, a varias aeronaves “pesadas”, en el patrón de espera, solicitando autorización para proceder a sus aeropuertos
alternos, algunos tan lejanos, como
Montreal y Toronto. En esos momentos la secuencia de aproximación a la pista
22L del Kennedy se alargaba, y calculamos que un posible patrón de espera situaría al Capitán Segura en un número peligroso, debido a
que podía meterlo en problema de
combustible.
Para
entonces la oficina meteorológica del JFK, que no nos quedaba muy lejos, emitía
una información especial sobre el
empeoramiento de las condiciones del aeropuerto, así como el inicio de una
pertinaz llovizna, acompañada de un
viento del Noroeste con una velocidad
por encima de los veinte nudos, con rachas y un descenso significativo la visibilidad. En el primer contacto con el
DOA-904, a 300 millas de JFK, cerca de la posición Champ, le informamos la situación, condiciones que ya habían escuchado en el ATIS. Los controladores de
Nueva York autorizaron el DOA-904 a descender a 14,000 pies y lo enviaron a un patrón de espera al Sureste de
JFK, pero Segura solicitó mantenerse a
25,000 pies por ahorro de combustible y así poder alargar la espera.
A las
23:45 UTC,7:45 p.m. aproximadamente, el vuelo estaba en el patrón mientras en operaciones “rechequeabamos”
las condiciones meteorológicas y monitoreábamos la secuencia de tráfico a la pista 22L del Kennedy. Además,“rechequeabamos
y rechequeabamos ” las condiciones de los aeropuertos alternos normales de CDA
que eran el Logan de Boston, como el número 1, Filadelfia y Washington. En esos aeropuertos el
problema, más que otra cosa, era la congestión del tráfico aéreo. Aunque no era
un alterno tradicional, pensamos enviar el vuelo al Aeropuerto de Bradley, localizado en Connecticut, al Norte del Kennedy, pero cuando llamamos
para coordinar con operaciones de ese aeropuerto, nos informaron que acababa de
cerrar por condiciones bajo los mínimos meteorologicos. A esa hora el DOA-904 seguía en un
patrón de espera a 25,000 pies y en la oficina de operaciones la tensión subía.
Entonces
analizamos la situación real en ese momento. Ir a otro aeropuerto nos metería a todos en un gran
problema, aunque el avión cumplía con el plan de combustible, las secuencias de
aproximación traería retrazo y posiblemente habría que solicitar prioridad. Por el intercambio que manteníamos con la tripulación,
noté que comenzaban a preocuparse allá arriba a 25,000 pies, lo que entendí, en operaciones sucedía lo
mismo. Enviar al avión a otro aeropuerto no era la mejor decisión, y como conocíamos el "idioma" de los controladores, conversamos con el supervisor de aproximación del Kennedy y le explicamos exactamente la situación
del vuelo DOA-904, mientras que Segura hizo lo propio desde su patrón de espera.
Fue
así que los controladores acogieron la solicitud y de dar prioridad al DOA-904 al JFK. Entonces autorizaron el descenso del vuelo
de 25,000 a 14, 000 pies y lo dirigieron a las inmediaciones del aeropuerto y
luego lo siguieron descendiendo. Teníamos toda la información meteorológica
actualizada, información que recogíamos a cada momento, directamente en la oficina
meteorológica del JFK, también escuchábamos el ATIS. Sin embargo, la
situación era tal, que me llevó a subir a la azotea de la terminar aeroportuaria para apreciar directamente las
condiciones del tiempo.
Cuando
abrí la compuerta de acceso a la azotea de la terminal, un golpe de lluvia me “paro en seco”.
Desde allí solo podía ver dos faroles de rampa. La intensa lluvia no caía en ese momento se
desplazaba horizontalmente por la velocidad del viento, ademas, el cielo estaba oscurecido. Allí en el techo solo escuchaba el
ruido de los motores de los aviones que aceleraban en reversibles, cuando
aterrizaban o aceleraban cuando se iban al aire, y me dije en ese momento, estos no aterrizan aquí.
Entonces pensé; ¿Qué pasaría, en caso de
que el aparato no pudiera aterrizar?, ¿Dónde iría a caer? y, ¿Cómo afrontar la
situación las autoridades del aeropuerto y la prensa ante la situación?.
De
nuevo en la oficina, escuchamos cuando los controladores dieron vectores al
DOA-904 para interceptar el ILS de la pista 22 L y le autorizaron la aproximación, pero me llenaba de angustia mi apreciación de las condiciones del tiempo, vista desde la
azotea de la terminal. El tiempo se hizo externo y dejamos de escuchar el “callsign”
de Dominicana en las comunicaciones. Solo esperábamos oír la
llamada de “DOA-904 en tierra”. Un siglo después, escuchamos cuando Torre New York, dio la hora en tierra y autorizó
al vuelo a proceder a rampa, a lo que el Capitán respondió,
“hemos abandonado la pista” y “solicitamos nos enviaran un vehículo "fallow me”
que nos franquee a rampa”, la
visibilidad estaba realmente reducida. Fue en ese momento cuando el alma de los que estábamos
en operaciones de CDA en JFK nos volvió al cuerpo. "El vuelo extremo del Capitán Segura estaba en tierra".
Dos meses después de este episodio, caía en Long Island Nueva York, cerca del Kennedy el Vuelo 52 de AVIANCA, a solo 12 millas del aeropuerto. El avión se quedó
sin combustible después de varias
aproximaciones fallidas. El accidente fue muy comentado y se atribuye a un mal
entendido entre la tripulación del B-707 y los controladores. AVIANCA al parecer, no tenía personal de
operaciones en el JFK, quienes le pudieron haber ayudado a salvar el vuelo. El accidente costó la
vida a 73 personas, incluyendo la tripulación de mando.
Tengo buen tiempo que no sé del Capitán Sebastián Segura Alcántara, pero donde quiera que esté, le ofrezco mis saludos y admiración de siempre.
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