Dos aeronaves, dos alarmas de bombas a bordo y dos actuaciones de la tripulación
A
propósito de alarma de bomba a bordo de una aeronave, el 14 de mayo del
2015 el país se enteró de un grave
incidente relacionado con una de esas situaciones que le ocurrió al vuelo JBU-1008
de JetBlue. El JBU 1008 es un vuelo de
itinerario que origina en el Aeropuerto Internacional de Las Américas y cuyo destino
es Aeropuerto Intl. John F. Kennedy de la ciudad de Nueva York. De acuerdo a informaciones preliminares, la
aeronave había despegado con toda normalidad del Aeropuerto Las Américas desarrollando su plan de acuerdo a la
autorización del control de tránsito aéreo.
Sin
embargo, cuando se encontraba a más de 400
millas náuticas al Norte del Aeropuerto Las Américas, se vio obligado a regresar al
aeropuerto de origen, cuando un ciudadano Norteamericano que iba como pasajero
del vuelo, aparentemente, comunicó a la
tripulación de cabina que tenía una
bomba y que la iba a detonar si no le daban algo. Se dice que el pasajero
estaba intoxicado ante de abordar el vuelo, condición que es sumamente fácil de notar en
puntos como migración, control de abordaje y en la puerta de embarque, sobre todo por la tripulación
de cabina quienes están entrenado para esos casos.
Por
razones que no conozco ni entiendo, el Capitán de la aeronave decidió volar más
de una hora hasta llegar al Aeropuerto Internacional de Las Américas, cuando
pudo aterrizar el A320 en el Aeropuerto Intl. Gregorio Luperón de Puerto Plata,
ganando 25 preciosos minutos de un tiempo precioso que podrían
haber sido la diferencia en caso de que
la alarma hubiera sido una infortunada realidad. Sin embargo, debemos tomar en
cuenta lo que se llama el “juicio del capitán”, que de acuerdo al Reglamento
del Aire Anexo 2 de la OACI es la autoridad máxima a bordo de las aeronaves civiles.
De
acuerdo a mi experiencia, recuerdo varios episodios de alarma de bomba a bordo
y secuestro de aeronave en ámbito de las operaciones en el espacio aéreo de República Dominicana. Entre ellos debo mencionar el
secuestro de un vuelo de Aerovías Quisqueyana, episodio que materializó el ciudadano dominicano Redames Méndez Vargas
y que terminó cuando “Chaguito” Echavarria, uno de los capitanes geniales de
los que se formaron en la “era”, aterrizó el Lockheed en Cabo Rojo, haciendo creer al secuestrador
que había llegado a Cuba, resultando una situación tal que el copiloto del
vuelo se tiró
del avión, sin escalera, lo que le ocasionó una lección que le duró de por vida.
También
estuve en servicio cuando una llamada que tomó Pupo Sharp, uno de los decanos del control de R.D., informó sobre una bomba colocada a un B-727 de
Eastern que rodaba hacia la pista 17 para despegar con destino a Miami
Florida. La particularidad de este caso fue que cuando se le informe a la
tripulación sobre la llamada de alarma de bomba a bordo la
primera persona en abandonar la aeronave fue el Capitán del vuelo. El último
incidente de este tipo, antes de JetBlue, fue el ocurrido del 27 de mayo del
2014, a un B-777-ER de la empresa Berga Jet Fly, procedente de Bruselas, Bélgica con 274
pasajeros a bordo.
Lo duro con las alarmas de bomba a bordo es la desagradable condición de estar a bordo del avión donde se supone está la bomba que va a explotar. Esta condición la experimenté en carne propia, a bordo el HI-442, un B-707 de Dominicana de Aviación que hoy descansa en un cementerio de aeronaves, improvisado en la parte Sur del Aeropuerto Internacional de Las Américas, como pueden notar en la foto.
Lo duro con las alarmas de bomba a bordo es la desagradable condición de estar a bordo del avión donde se supone está la bomba que va a explotar. Esta condición la experimenté en carne propia, a bordo el HI-442, un B-707 de Dominicana de Aviación que hoy descansa en un cementerio de aeronaves, improvisado en la parte Sur del Aeropuerto Internacional de Las Américas, como pueden notar en la foto.
La
situación de bomba a bordo se presentó a mediado el año 1983 afectando el vuelo DOA-602 de Dominicana de Aviación, un vuelo de itinerario diario que despegaba de San Juan Puerto Rito todos los días a las 10:00 a.m. desde
el Aeropuerto Intl. Luis Muñoz Marín de San Juan Puerto Rico y su destino era el Aeropuerto Internacional
Las Américas en Santo Domingo, R. D. Mi presencia a bordo se justificaba en
razón de que cuando iba ese avión volaba a San Juan, debía ir un despachador a
bordo, debido a que los despachadores de “Airport Aviation”, la empresa que daba
servicio a CDA en el Muñoz Marín, no tenían el entrenamiento en la aeronave.
El
vuelo de ida había operado en itinerario. La tripulación de mando la integraban
el Capitán Gabriel Medina Felipe, el Copiloto Ricardo Bodden López y el Ing. de vuelo, que si
no mal recuerdo era Arcadio Reyes, “Machete”, un tripulante cubano. En San Juan la misión era sacar el
avión lo antes posible debido a que el aparato seguía hacia Miami Florida,
como del vuelo DOA-302 a medio día.Por
consiguiente, luego de aterrizar en San Juan, rápidamente, pase migración y aduanas y me dirigí a operaciones para
activar el plan ATC del vuelo de regreso,
recoger los datos de pasajeros, carga y demás elementos para completar
la salida. Con 162 pasajeros y 14,000 libras de carga, el avión estaría cómodo. Para el B-707 eso era
un “juego de niños” debido a que estaba sobrado por la gran capacidad de carga de la aeronave.
Con
todo listo me dirigí a la cabina y entregue el peso y balance al Capitán que
chequeó y aprobó firmando, mientras los pasajeros abordaban del avión “de atrás pa” lante”. Pues bien, en poco tiempo estábamos listos y la puerta principal se cerraba. A señas el hombre de rampa daba libre el motor tres y la presión neumática
comenzaba el proceso de arranque de las cuatros turbinas. Rápidamente estábamos
rodando para la pista 10 del Isla Verde y a menos de la mitad de la pista,
estábamos en el aire, virando por la izquierda a la bahía rumbo Oeste al NDB de Dorado.
Despreocupado
y tranquilo, miraba la ciudad desde el Jump Seat detrás del Capitán, mientras Ricardo
Bodden volaba el avión, todos en silencio por debajo de los 10,000 pies. En
esos momentos solo se escuchaba la voz de los controladores de San Juan cuando
instruían rumbos y altitudes. Ya habían autorizado el vuelo directo a Borinquén
y se esperaba un directo a Las Américas, para más comodidad y
ahorro de combustible, como acostumbraban los controladores puertorriqueños. Pero contrario a eso, de repente se escuchó
cuando el controlador comunicó a la tripulación, que habían recibido una
llamada telefónica que informaba que “a
bordo del avión había una bomba” y que cuales eran las intenciones del Capitán.
Bueno,
pues en ese mismo instante el Capitán Medina respondía que estaba retornando a
San Juan, mientras ya estaban girando al rumbo reciproco dirigiendo el B-707
directo a la pista 08 del Muñoz Marín. Cuando se recibió la llamada, la
aeronave estaba cruzando el NDB del Dorado y ascendía a través de 14,000 pies
para 24,000 pies. El descenso fue rápido, mientras la velocidad se mantenía
algo arriba de lo normal.
Como
sucede en aviación, de repente todo había cambiado y lo que era un vuelo
normal convirtió en una situación de extrema emergencia como es una alarma
de bomba a bordo. Ahora los
controladores informaban que habían activado los equipos de emergencia e
instruían a la tripulación sobre la posición exacta donde debían estacionar el
avión luego de aterrizar. En mi caso lo único que me tocaba era mirar, oír y
pensar sobre las posibilidades. Las “pocas millas y pico” me perecían un
eternidad, a pesar de que tan pronto el
avión viro rumbo Este, Isla Verde estuvo
a la vista.
El
capitán ha había llamado al Jefe de azafatas a cabina de mando y le había
informado sobre la situación y le había instruido mediante un rápido
“breafing”, sobre el procedimiento en tierra, si llegábamos. Solo noté que antes de
abrir la puerta de la cabina para salir, el Purser respiró hondo y le informó a la tripulación de mando, que los pasajeros notaban que algo no andaba
bien. Por experiencia sé que “los pajeros se huelen los problemas”. El anuncio a los pasajeros sobre la situación
fue profesional y pausado, tratando de alarmar, lo menos posible. Por lo
general se anima a los pasajeros diciendo que, por lo general, son falsas alarmas pero que
deben completarse los procedimientos al respeto. Pero, por lo general los
pasajeros no creen mucho en eso y solo
desean abandonar el avión que sea.
En
mi caso, cuando pasamos el cementerio
localizado en final largo a la pista 08, me dije para mí, <<el
colmo fuera que la bomba explotara justo sobre este sitio>>. Cuando miré
hacia el área de la pista 08, alcancé a ver claramente cantidad de camiones de
bomberos y carros de patrulla de policía de Puerto Rico, alineados en
espera del vuelo. Entonces pensé que la cosa iba en serio. Cuando
aterrizamos seguimos de largo hacia una posición remota al final de la pista
08 donde había dos escaleras esperando para pegarse al avión. Los señaleros
indicaron la posición y noté que un policía tenía dos corzos en la mano. Con el
avión detenido el policía colocó los calzos y un operador de Airport Aviations
conectó la planta eléctrica y se alejó
rápidamente. Las instrucciones de desembarque se dieron correctamente,
solicitando a los pasajeros hacerlo de manera ordenada y con calma, reiterando
sobre las pocas probabilidades de que lo de la bomba fuera cierto.
Bueno,
pues parece que los pasajeros no creyeron tanto en que no existía la bomba y entendiendo
que el avión “volaría” de mala forma, pues en los momentos iniciales del
desembarque, todo iba bien, pero la
gente comenzó a agruparse en torno a las puertas, haciendo una especie de
tapón, y no faltaron los empujones resultando algunas lecciones. Del episodio recuerdo haber visto a una
señora golpeando el vidrio de una
ventanilla del avión para salir a través
de ella.
Los
procedimientos para el manejo es estas situaciones existen y por lo general, las
empresas tienen manuales para hacer frente a una alarma de bomba a bordo. En el caso de JetBlue, me gustaría conocer
los rezones que llevaron al Capitán del vuelo a proceder al Aeropuerto
Internacional de Las Américas, obviando colocar ese avión en tierra en
aeropuertos más cercano al punto de declaratoria de bomba a bordo. El daño que
puede hacer un evento causado por una explosión en el aire puede ser severo y
afectar a todos los ocupantes del avión en cuestión y ocasionar perdidas
extensa en tierra, tanto en vidas como en propiedades.
Las
alarmas de bomba a bordo esta entre las emergencia más complejas de manejar. ademas de producir grandes pérdidas económicas a la industria, afectan también
la confianza del público. Factores como el tipo de bomba, donde está colocada en la aeronave,
los mecanismos de detonación son factores a tomar en cuenta, siendo muy importante la incertidumbre sobre lo que puediera suceder mientra el avión permanezca en vuelo. Ojalá que JetBleu me convenza sobre la procedencia de la decisión del
Capitán del vuelo JBU-1008 de traer el A320 hasta Las Américas, pudiendo haber puesto el A320 en el "piso" en el Aeropuerto Intl. Gregorio Luperon de Puerto Plata.
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