El Sermón de la Montaña
A propósito de la Semana Santa que casi concluye, se que muchos han dedicado parte del asueto al merecido sano descanso. Posiblemente otros se han tomado un momento para reflexionar sobre las circunstancias de su propia vida y la vida de los demás seres humanos, que también son hijos de Dios. Ojalá que todos hayan echado una mirada a las circunstancias resumidas por Cristo en las sabias palabras de las Bienaventuranzas.
Las Bienaventuranzas forman parte del Sermón de la Montaña pronunciado por Jesús, en la región de Cafarnaúm, ciudad ubicada en la costa Norte el Mar de Galilea de la antigua Palestina. En la actualidad Cafarnaúm estaría ubicada cerca de la ciudad de Tiberiades, de lo que en la actualidad es Israel. Por su mensaje al hombre, Las Bienaventuranzas sinterizan los principios que llevan a verdadera felicidad, a través de prácticas sanas y sinceras, basada en el amor al prójimo, la cordura y la humildad de espíritu, evitando las flaquezas que impiden el alcance del verdadero propósito por el que Dios nos ha permitido el don de la vida para que permanezcamos aquí en la tierra.
Las Bienaventuranzas forman parte del Sermón de la Montaña pronunciado por Jesús, en la región de Cafarnaúm, ciudad ubicada en la costa Norte el Mar de Galilea de la antigua Palestina. En la actualidad Cafarnaúm estaría ubicada cerca de la ciudad de Tiberiades, de lo que en la actualidad es Israel. Por su mensaje al hombre, Las Bienaventuranzas sinterizan los principios que llevan a verdadera felicidad, a través de prácticas sanas y sinceras, basada en el amor al prójimo, la cordura y la humildad de espíritu, evitando las flaquezas que impiden el alcance del verdadero propósito por el que Dios nos ha permitido el don de la vida para que permanezcamos aquí en la tierra.
Las Bienaventuranzas, Evangelio según San Mateo, Capítulo
5, del 3 al 12.
Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos porque de
ellos poseerán la herencia en herencia
la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambres y
sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia. Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan
por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis
cuando os injurien y os persigan y digan con mentira de toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo; pues de la misma
manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Confíe en Dios, no importa lo difícil del problema.
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