Parroquia de la Anunciación, fundada por el Padre Emiliano Tardif
Eran las tres y
cinco de una oscura madrugada, no hace
tanto, cuando los ladrones llegaron para girarnos una visita inesperada. A esa hora el barrio era
tierra de nadie. Sin luces en los postes ni una Luna en el cielo y apenas la luz
de dos titilantes luceros allá en lo profundo
del cielo. Las calles y esquinas del sitio se habían convertido en puntos de acecho y del
robo vulgar que hiere y que mata sin inmutarse.
Mientras el
tic-tac del reloj avanzaba, en la comarca no aparecía un policía ni pa"remedio, parece que a
esa hora todos se habían dado por vencido. En
estos tiempos modernos, los policías también son las víctimas preferidas de una delincuencia común que los busca y los mata,
para llevarse sus armas con to" y cananas,
no importando sea raso o teniente, a ellos no le importa el rango,
porque hasta los generales. La madrugada estaba pesada, el barrio daba grima. Entonces, sin
inmutarse, los ladrones abrieron y penetraron a la sala, utilizando sus gatos y sus patas de cabra. A ello no le
gusta entrar por las puertas, sino que rompen ventanas y se meten. Estas son gentes de hacha y machete.
Ya adentro, los
ladrones procedieron a realizar sucio trabajo, buscando hacer de lo ajeno lo suyo a cualquier
precio, no importa el monto, siempre piensan que la cruz no llegará a sus
casas, sino a la ajena. Roban para así alimentar
sus vicios con el sudor del prójimo. Sin embargo, aquellos malandros, jamás
pensaron que Happy daría la voz de alarma, salvando vidas. En medio del drama, los
fuertes ladridos de Happy lo activó todo. Los ladrones marcharon, no sin
antes escamotear el bien ajeno, para su propio provecho.
Este es Happy un héroe canino que enfrentó a ladrones
Pero no importan
las circunstancias pasadas, presentes o las que vengan, cuando Dios protege las cosas no agravan. El día
anterior hubo una corazonada en la
familia de que algo desagradable ocurriría
en el entorno. Por ello, como
buenos cristianos, ese mismo día se había
acudido a la parroquia de la Anunciación, que pastoreó el Padre Emiliano Tardif, hasta su muerte, para allí pedir de Dios clemencia y que alejara de todo mal. Allí, de rodilla, se rezó
pidiendo la intercesión divina para aliviar cualquier percance o circunstancia en potencia. Dios escuchó, provocando una serie de circunstancias que libraron nuestra familia de terribles males que posiblemente también llegarían a otros sitios.
Todo fue dispuesto por la Providencia, para que las cosas no fueran de la magnitud que
casi ocurre. En el trance había posibilidades, potencialmente peores para las partes. Sin embargo, la gracia
de Dios y la intercesión de La Virgen, Madre de Dios, por las oraciones fueron efectivas y
determinantes. Por ello damos testimonio y agradecemos a Dios Todo Poderoso.
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