Andrés Santo Sánchez, El Buzo y un servidor
Durante una
mañana del mes de enero del 1982, un controlador del turno
"A" ,(turno de la mañana), de la torre del Aeropuerto Internacional de Las Américas
se encontraba “enrredao” con una emergencia pesa que afectó a
una aeronave tipo Piper PA-34 Seneca. El caso fue que la aeronave perdió potencia en el
motor No.1 durante la carrera de despegue desde la pista 35 y se había declarado en emergencia. Antes de
iniciar la carrera de despegue, el piloto había solicitado al controlador virar
“corto” por la izquierda, sobre La Caleta, para volar sobre la línea de
costa, rumbo a su destino que era el entonces Aeropuerto Internacional de Herrera. La solicitud le fue denegada, por asunto de procedimientos en los despegue por la 35 con viraje izquierdo.
Sin habérselo
propuesto, esa simple decisión del controlador fue crucial para preservar
la vida del piloto. El avión viró por la derecha, como fue instruido,
pero el motor siguió perdiendo potencia, estrellándose a 3 millas al
Nordeste del aeropuerto, en un área de difícil aseso. Una densa columna de humo
marcó el sitio exacto del impacto de la aeronave. De haber aceptado la
solicitud del piloto, el avión habría caído en el mar y la historia habría sido
otra muy diferente.
Como los
organismos de búsqueda y rescate de Las Américas, no podían llegar al sitio del
impacto con rapidez, se trató de
coordinar con el aeropuerto de San Isidro, para que enviaran
un helicóptero, pero el temas de la coordinación militar con los
"altos mandos", impidieron la rápida salida del aparato de la entonces FAD. Sin
embargo, por suerte, apareció un helicóptero del U.S. Customs de los Estados
Unidos que se aproximaba desde el Este y con suma habilidad, el controlador
le referencia solicitó y logró que el aparato se dirigiera al sitio del impacto
del avión, rescatando al piloto y trasladándolo, herido y quemado, al Hospital
Ramón de Lara de San Isidro. Los restos calcinados del Piper Seneca, aún deben
estar en el sitio del accidente, nunca fueron recuperados.
Además de
esa situación, a ese mismo controlador le tocó “enredarse” con otras encornadas
emergencias en el Aeropuerto de Las Américas, cuando "bregó"
con un Lockheed L-1049 Contellation, que trataba de llegar a la
pista con el motor No.1 apagado y el No.2 "tosiendo". El avión voló
tan bajo en la trayectoria final a la 17, que cuando logró aterrizar se
le encontraron ramas de árboles en el
tren de aterrizaje. Otras situaciones parecidas la vivió en el
Aeropuerto de Herrera y otras terminales nacionales donde laboró. Como
sabemos, “El manejo adecuado de una emergencias real, es el verdadero
examen para un controlador de tránsito aéreo”. Ese controlador singular a
quien me refiero, que superó, con muy buenas notas, varias pruebas de ese tipo
lo es, Andrés Ramón Santos Sánchez, el
"Buzo".
Como
muchos controladores, vi llagar a Santos Sánchez a la entonces Dirección
General de Aeronáutica Civil (DGAC). Recuerdo que fue a mediado del 1978. Para entonces tenia un cuerpo atlético y
una fortaleza increíble y un inmenso
deseo de aprender y una mejor disposición para trabajar. Además, siempre
dispuesto para hacerle cualquier favor a sus semejantes. En el grupo en
que ingresó Andres Santos Sánchez estuvieron, Fortunato Liria, Gerónimo Pimentel, Jiménez
Terrero, Quezada Lendenborg entre otros controladores. Para entonces el
Director de la DGAC era el General de Brigada Octavio Jorge Pichardo de la
entonces FAD.
De
inmediato, el grupo ingresó al curso de controlador
aeródromo, impartido en el Aeropuerto Internacional de Las
Américas, por un grupo de profesores de la talla de Roberto Acevedo Burgos en
navegación aérea, Haroldo Sanción, tránsito aéreo, Rafael Coco Chávez,
comunicaciones, S. Rodríguez, meteorología aeronáutica y Santiago Alonzo,
aerodinámica, quienes conocían sus materias y tenían el privilegio de ostentar
una apropiadas facilidades
didácticas.
Luego de
terminar el curso básico de aeródromo, a Santos Sánchez le tocó
realizar un periplo por la mayoría de los aeropuertos del país,
incluyendo al Gregorio Luperón de Puerto Plata, Punta Cana, La Romana y
por supuesto, al difícil Aeropuerto Internacional de Herrera,
durante los años más complicados de esas terminal, debido a la operación
de un gran número de aeronaves privadas, comerciales, militares y las numerosas
escuelas de aviación que utilizaban esa terminal aérea, para las
prácticas de sus estudiantes.
En mediado
del año 2001 Santos Sánchez fue seleccionado, junto a un grupo de
controladores, entre ellos Leonardo Rivera, Gerónimo Pimental, Cirilo Batardo,
Cristina Mateo, Betty Castaing, Nelson Díaz, Fernando Vermentón
entre otros, para completar el curso de controlador de
tránsito aéreo procedimental, en la escuela aeronáutica de
SENEAM SCT, Servicios a la Navegación Aérea en el Espacio Aéreo Mexicano,
en México, donde se graduó, como controlador de tránsito
aéreo procedimental. A su regreso, como los demás, inició su fase OJT y
eventualmente al servicio de Control de Tránsito Aéreo.
A mediado
del año 2008 Andrés Ramón Santos Sánchez enfermó de un quebranto que lo sacó de
la actividad operacional como controlador de tránsito aéreo, quehacer, que como
todo controlador, lleva en lo profundo. La enfermedad que padece le
ha mermado bastante físicamente y en la actualidad, los efectos del mal le han
postrado, por lo que permanece en su hogar totalmente ciego, pero alimentado
por el inmenso amor de su esposa e hijos y la amistad de algunos que le
visitamos, llevando hasta su hogar una voz de aliento y las remembranzas de los
mejores años de su vida laboral, durante la que disfrutamos de su
perenne jovialidad.
En el presente, el padecimiento de Andrés
Santos Sánchez “El Buzo” se ha agravado. Ademas otras circunstancias casuales, también le han afectado. Sin embargo, no creo que sea oportunidad para nada que no sea acudir hasta él y extenderle nuestra solidaridad. El Buzo es el sonoro espejo donde debemos mirarnos
todos, en una actividad profesional única, muy diferente a todos los
quehaceres que realizan hombres y mujeres en el complejo mundo que habitamos.
A pesar de
todo, en Santos Sánchez se ha impuesto el temple frente a la adversidad, por lo
que a pesar de sus padecimientos, sigue siendo la misma persona que
todos conocemos. Por eso desde su sillón, parece olvidar las visibles marcas que
le han infringido sus enfermedades. En consecuencia, Andrés Santo Sánchez sigue ofreciendo la sencillez y el
respecto que siempre ha dispensado a todo el mundo. Entonces, todo lo que el Buzo requiere de todos nosotros, es la
solidaridad y no el conflicto.
Todos a abrazar al Buzo.
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