El ambiente de una mesa en nuestro patio campestre de Samaná, con el plato tradicional de la Región, "pecao frito" con ñame blanco y otras exquisiteces.
Samaná; tierra bendecida por Dios,
provincia localizada en la región Nordeste del país, crisol de razas y credos, conocida por sus bellezas y encantos naturales fue un destino escogido por muchos para pasar allí
el asueto de Semana Santa del presente
año 2017. Aunque no es mi costumbre salir de Santo Domingo durante el periodo de
la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, ayer sábado, aproveché
la oportunidad del día tranquilo, para ir
“de un brinquito” a mi lar de origen, y allí
reunirme con los míos.
En el sitio me esperaron con una colorida mesa servida. En ella un plato del famoso “pecaos de Samaná”, frito en aceite artesanal de coco, acompañado del inigualable ñame
blanco de la región, lo que para mí y los míos, es el mejor plato que se pueda disfrutar en todo el
mundo. Las horas pasaron y la tarde llegó en medio de gallinas, del canto de tórtolas, las risas
de cuervos y las carcajadas de carpinteros. Entonces, en la "tardecita", puse proa a Santo Domingo en
el ambiente de una carretera despejada, mientras los últimos rayos del sol, con
su “rojoamarillento” color se despedían,
diciendo adiós en lo profundo del
horizonte.
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