El verde regalo del mi campo
Para mí no hay nada como regresar
al campo, a ese bendito pedazo de tierra en que nací, a ese sitio donde la luz vi
por vez primera, donde los días nunca pasan y las noches siempre tienen luz de
luna o, por lo menos, el resplandor de las estrellas. Allí, como siempre, me
espera el cocal con sus frondosos racimos, la mata de palma con su señorial figura
y con su verde cabellera al viento. Allí, a través del monte, escuché la vieja canción del rio con sus viejos versos que se repiten y repiten, en que invita a saciar
la sed y disfrutar de sus frescas aguas.
Racimo en su mata
Una vez más el cocal y el platanal
me regalaron sus asombrosos racimos, y la mata de jaguas dejó caer sus
saludables frutos que alfombraron el suelo. También el mango roció de dulces frutos por todo el sendero,
mientras las ramas cantaron a coro con la caída del aguacero.
Cultivos varios entre ellos cocotales, mangos, platanos, guienos, jautias blancas, ajies, tomates, berro, chinolas, auyamas, ñame blanco y muchos otros frutos.
Pintado por Dios y decorado por los ángeles del cielo, ese es mi campo. En el mundo existen muchas cosas
bellas,... pero como el campo...!!!!!!
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