En la foto: al centro, el Capitán Roberto Hoguin Hache, tres distinguidas azafatas de CDA y a la derecha el Capitán Eddy Tineo A en su primer vuelo como comandante del B-747
Durante el período comprendido entre
los años 1982 y el 1986, Dominicana de Aviación (CDA) ejerció dominio absoluto
sobre el mercado de pasajeros, carga aérea y correo originado en el país a los
destinos tradicionales de Nueva York, Miami, San Juan Puerto Rico y otros
lugares del continente americano. Para entonces, la CDA inició e incrementó
significativamente sus operaciones áreas en el Aeropuerto Gregorio Luperon de
Puerto Plata, transfiriendo a esa estación dos aeronaves y a rededor de treinta
tripulantes de mando y cabina, así como mecánicos azafatas y sobrecargos,
despachadores y personal administrativo, entre otros.
El objetivo de ese planeamiento y
decisión fue suplir la cantidad suficiente de asientos demandados por el
naciente mercado de la Zona Norte de República Dominicana, enfocando el mercado
turístico de una región que, en ese momento, era un polo turístico de una gran
actividad. Desde Puerto Plata la CDA servía vuelos diarios al el Aeropuerto John F. Kennedy de Nueva
York, San Juan, Puerto Rico, Miami Florida, así como una gran cantidad de
vuelos chárter a destinos como Montreal, Toronto, Quebec en Canadá y otras
ciudades de Estados Unidos y la región del Caribe.
Para entonces Puerto Plata fue base
de muchos y magníficos tripulantes rotaron por aquella estación, brindando sus
servicios profesionales y más que eso, su valiosa y oportuna colaboración tareas que cumplieron cabalmente. Pero algunos de ellos prefirieron
establecerse en la Novia del Atlántico, debido al clima de tranquilidad que se
respiraba en la operación de ese norteño lugar a pesar de la cantidad de operaciones
que allí se realizaban.
Entre los tripulantes que
permanecieron bastante en Puerto Plata por buen tiempo, recordamos a los capitanes Justo Radhames Núñez A.,
Reynaldo Matos, Roberto Holguin los norteamericanos Robert Denight, Mike Randy,
los copilotos Enrique Gullón, Ariel González, Amancio Euclides Hernández,
Alfredo Hernández, Leónidas Guzmán, Luis Amador, (El Peje) los segundos
oficiales Carlos García Espino, Raymundo Domínguez, Gilberto Hoepelman, Juan
Valerio. También muchos tripulantes de cabina se convirtieron en cuasi
puertoplateños. Recordamos a José Fernández, Ramón Sánchez, Doña Olga Mármol,
Evelyn Estrella, Fredesvinda Vásquez, Johnny Garrido, Isidro Jacobo, Víctor
Mera, Juan Franco, Claritza Guzmán, Floralba González entre otros.
Entre los tripulantes de mando mencionado
recuerdo a uno caracterizado por su singularidad. Ese fue nuestro inolvidable Capitán
Roberto Holguín Hache. Oí hablar de Capitán Holguín a mediado de la década de
los años setenta. Mis primeros intercambios con este capitán fueron a través de
la frecuencia 118.1 MHz de la torre de control del Aeropuerto de las Américas y
luego, durante los vuelos "bola aéreas" a Isla Verde Puerto Rico, que
me autorizó, tanto a mi como a otros controladores a la Isla del Encanto en los
aviones Curtís Wright, CW-46.
Para la época Holguín se desempeñaba
como capitán de las aeronaves de carga, muy activas para entonces. Si mal no
recuerdo, Holguín volaba, entre otros clásicos, al HI-208 y el HI-209, dos
cargueros la empresa Argo S.A, que junto a otras aeronaves matriculadas en el
país integraban un verdadero “enjambre de aviones” de carga operados por más de
una docena de empresas locales dedicada al transporte aéreo. En conjunto, estas
empresas acarreaban diariamente, toneladas de cargas a diferentes destinos en
el área del Caribe y Miami, siendo también un medio de transporte aéreo
eficiente y barato para traer mercancías importadas destinadas al mercado local
y por supuesto dar trabajo directo e indirecto a muchos dominicanos.
Bueno, pues allá en la Novia del
Atlántico tuve la oportunidad de compartir bastante con el Capitán Holguín
Hache, tanto dentro de la operación como en algunas oportunidades fuera del
aeropuerto. Una de esas ocasiones se presentó cuando un sábado por la noche me
invitó a bajar al lobby del Hotel “Holy Day Inn” de Playa Dorada. Una vez allí
vi con bastante asombro cuando el Capitán Holguín se sentó al piano e
interpretó algunos instrumentales “ejecutándolos el teclado del instrumento”
con cierta perfección armónica. Sorprendido le pregunté qué ¿Dónde había
aprendido a tocar el piano?. A lo que me respondió – mira Mullix, no sé si tú
lo sabes, pero, a diferencia de muchos colegas, yo soy “un capitán con clase”-.
No fueron dos ni tres las operaciones
que Roberto Holguín realizó desde y hacia el Aeropuerto de Puerto Plata durante
esos tiempos. Una de esas operaciones o secuencia de vuelos fue realizada por Holguín
un viernes en la noche de noviembre del 1984. Esa noche la CDA tenía un
programa que incluía cuatro vuelos chárter en la ruta Puerto Plata/San Juan
Puerto Rico/ Puerto Plata. Para los referidos vuelos se habían programado dos
tripulaciones, el Capitán Holguín haría los dos primeros vuelos mientras que el
Capitán Denight realizaría los otros dos vuelos. Las cuatros operaciones tenían
como propósito transportar excursiones de turistas puertorriqueños que vendrían
a un festival que se estaba celebrando en la ciudad de Puerto Plata, festivales
que no me explico el ¿Por qué? no continuamos celebrándolos como antes.
A las ocho de la noche despegó el
primer vuelo con el capitán Roberto Holguín. A las 10:50 p.m. el primer vuelo
estaba de regreso en Puerto Plata. De inmediato el aparato despegó para
realizar el segundo vuelo chárter. De regreso del segundo vuelo a Puerto Plata,
el Capitán Holguín solicitó que se dejara al Capitán Denight en el Hotel, que
él iba a completar los cuatro vuelos. En primera instancia le dije que no, pero
ante su insistencia de Hoguin se coordinó con Operaciones de vuelo en Santo
Domingo, que aprobó la petición del Capitán. De esta forma Holguín despegó para
realizar el tercer vuelo chárter a San Juan. A su retorno de a Puerto Plata
notamos que el aparato se aproximaba con toda normalidad a la pista 08, Sin
embargo, algo extraño aconteció. En un momento dado notamos que el avión se fue
al aire, realizando una aproximación frustrada, yéndose al área de Sosua y regresando
a la aproximación a la pista 08.
La aeronave de nuevo giro por la
izquierda, regresó, pasó los hoteles de Playa Dorada, aterrizando y
dirigiéndose a la rampa de estacionamiento, sin novedad. Terminado el
desembarque de pasajeros, observamos que el Capitán Holguín bajó la escalera del
avión, “con su maletín de vuelo en mano” dirigiéndose a la oficina de
operaciones de vuelo, donde nos encontramos. Una vez en ese sitio dijo lo
siguiente; - Mira Mullix, llama al Capitán Denight para que venga a hacer el
vuelo que falta, porque no puedo hacerlo, simplemente no puedo. Al preguntarle
la razón de su decisión me respondió lo siguiente; - No entiendo que me pasó,
pero cuando estaba establecido en final a la pista 08, en un momento dado, vi
dos pistas de aterrizaje y “me fui al aire”, parece que estoy muy agotado, eso
fue lo que pasó. Entonces en ese momento se puso de pie
y se marchó al hotel como debió ser. Ante la situación llamé al Capitán Denight, quien se dirigió
al aeropuerto y realizó la operación. Parece que fantasma de la fatiga se había apoderado del Capitán Hoguin aquella noche.
Roberto Holguín Haché dedicó
sus mejores años a la actividad aeronáutica nacional. Primero en la entonces Aviación
Militar Dominicana AMD, después en la Fuerza Aérea Dominicana (FAD) pasando luego a la aviación comercial de República Dominicana, donde
se consagró como un Capitán de primera en la línea de vuelo en la Compañia Dominicana de Aviación, después de mucho volar en otras empresas nacionales. El Capitán Roberto Holguín nos dejó no hace tanto tiempo, legándonos
a quienes les conocimos, las características muy propia de su carácter y personalidad. Además
Roberto ha dejado una marca indeleble de su pasión por la aviación internacional, a través de
un hijo quien también tiene “sangre aeronáutica en las venas”. Ese es el Capitán “Yanko” Holguin,
quien se destaca realizando, allende los mares, la misma actividad que su padre realizó en el país por mucho tiempo. El Capitán Roberto Hoguin amó profundamente el arte y la técnica del vuelo, actividad a la que dedicó toda su vida, una vida que disfrutó plenamente, tanto en el aire como en tierra.
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