James (Wally) Brewster y su esposo Bob Satawake
El fin de semana pasado se me ocurrió
la idea de ir a la Ciudad colonial de Santo Domingo con la familia. Quería ver cómo
iban las cosas con los trabajos de reconstrucción de la zona. Bueno, lo primero fue
hacerme preguntas sobre el progreso de los trabajos, sobre todo, donde estaban localizados los parqueos contemplados para de los visitantes? pues había dejado el vehículo en la “subidita”
de la calle Meriño cerca del malecón, para caminar hasta el Parque Colon, donde
planeaba sentarme.
No bien me siento en el parque,
cerca de la calle el Conde con Isabela Católica, cuando me sorprende el paso
por mi lado del Señor Embajador de los Estados Unidos James (Wally) Brewster y
su esposo Bob Satawake, quienes caminaban tranquilamente por la zona. A el embajador le acompañaba una reducida comitiva, lo que
me causó una muy buena impresión. Le saludé y se detuvo, intercambiamos
apretones de manos, también saludó a mi familia. Cruzamos algunas palabras, entre ellas le
expresaba mi simpatía por su trabajo en República Dominicana, pero sobre todo
su sencillez a pesar de su cargo.
El embajador norteamericano siguió
su caminata y yo continué en el sitio pensando entonces en el lucimiento, grandilocuencia
del costoso cuerpo diplomático que nos gastamos los dominicanos. James Brewster, representa en nuestro país de la mayor potencia del mundo, lo vi como una
persona normal a pesar de ser el embajador de los Estados Unidos de Norteamérica, creo que Brewster es un gran embajador.
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