A propósito del fatal accidente
aéreo ocurrido al vuelo FZ-981, un B-737-800 de la línea aérea “Fly Dubái”,
mientras intentaba aterrizar en el aeropuerto Internacional de Rostov On Don,
del Sur de Rusia, en medio de condiciones meteorológicas extremas de mal
tiempo, por el momento se presume que las condiciones meteorológicas estuvieron entre las posibles causas del evento. Ya se conoce que las 62 personas a bordo, 55 pasajeros
y 7 tripulantes perecieron, en un accidente de aviación, que en apariencia, fue
registrado en un video por una cámara de seguridad que funcionaba en las
inmediaciones del aeropuerto.
También se conoce que la
tripulación de otra aeronave que intentaba aterrizar en el aeropuerto de Rostov
del Don, durante el mal tiempo reinante durante la madrugada del pasado sábado,
cuando ocurrió el percance, simplemente dirigió su aeronave a su aeropuerto
alterno, donde aterrizó sin novedad. El
B-737-800 de Fly Dubai prácticamente se desintegró cuando impactó sobre la pista
principal del aeropuerto, la que tuvo que ser cerrada por buen tiempo con fines
de reparación. Por otra parte, de acuerdo a la informaciones de la autoridad
aeronáutica Rusa, las cajas negras quedaron en muy mal estado, por lo que los
resultados de la investigación sufrirán retrasos.
Frente al desenlace final del
vuelo en Rostov On Don, la primera
pregunta debe ser, ¿Qué factores llevaron a la tripulación de mando del vuelo
de “Fly Dubái” a decidir permanecer sobrevolando el aeropuerto por más de dos
horas, después de un vuelo de tres horas y de haber realizado una primera
aproximación fallida?. En primer término, entiendo que dos horas es demasiado
tiempo para tomar una decisión, sobre todo, si además de las lluvias existía la
prevalencia de vientos “arrachados” a baja altitud, por lo que la tripulación de
un vuelo que precedió al B-737-800 de Fly Dubái simplemente se
dirigió a su alterno donde aterrizó sin novedad.
He vivido varias experiencias parecidas
a esta, tanto en operaciones de vuelo de empresas aéreas, como en el control de
tránsito aéreo. En ellas siempre sugería a las tripulaciones irse a los
alternos, a veces lo hice desde antes que la aeronave llegara sobre el
aeropuerto de destino. Claro está, a menos que no existiera una situación
inesperada en el desarrollo del vuelo o congestión de tráfico importante en los
alternos planeados.
Una experiencia muy parecida a
esta me aconteció una negra noche en el Kennedy de Nueva York, con condiciones meteorológicas pésimas, cuando el
Capitán Sebastián Segura, Ariel González y Jorge Gómez se enfrentaron a una
situación de baja visibilidad, viento cruzado de casi 30 nudos, lluvia,
mientras yo y los que estábamos en operaciones, solo pensábamos donde iría a
caer el HI-312 y sus 133 ocupantes. Sin embargo lo hacíamos todo para asistir a
la tripulación mientras se aproximaba al aeropuerto, haciéndole sugerencia bajo
la cuales se tomó la decisión de que se debía aterrizar en Kennedy. Después de un
tiempo interminable, Segura y su tripulación pudieron resolver el problema, aterrizando
en la 31L, sin novedad.
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