Miguelina en la Tour Eiffel de Paris
Hace unos meses, durante los días en que se celebraba el día internacional de
la mujer, me atreví a publicar en mi esquina, algunas de
las características, que a mi modo de ver, adornan la personalidad de siempre
de mi admirada Miguelina Miguel. Entre esos rasgos destacaban, como dije, su coraje de mujer, quien a pasar de su
primera juventud, de no hace tanto cuando la conocí, ya mostraba en sus
actuaciones que no era “paja de coco” como decimos por allá
por el Nordeste, Miguelina era y es una
luchadora.
Bueno, pues miren ustedes ahora,
Miguelina Miguel se da el lujo de caminar tranquilamente y sin preocupaciones, por las calles del viejo Paris, a pesar de las
circunstancias reinantes en la “Ciudad Luz”. Pero no solo eso, Miguelina
camina serenamente junto al río Sena,
va
al Lido de Paris y quién sabe si
al Moulin Rouge. Visita “La Tour Eiffel” y se
pasea despreocupadamente por “ Le Champs Elissés” y cruza por el “Arc
de Triomphe”. Pero además asiste al fascinante ”museo De Leuvre” y allí posa al lado de la Mona Lisa de Da Vinci, quizás
para ponernos a decidir sobre sonrisas.
Todas estas presencias a pesar
de los acontecimientos que empañaron el esplendor
de una de las noches parisina, acontecimientos que ha puesto a todo el mundo en vilo por la actuación
de grupos y personas que parecen no
entender que el mundo de hoy se merece
vivir en paz, en armonía y que los conflictos, omnipresente en la historia del hombre, deben resolverse en las mesas de
negociaciones, olvidando la imposición de la fuerza sobre la razón y provocar la muerte de muchos inocentes.
Aunque es lamentable lo ocurrido,
parece que los parisinos han decidido continuar con su vida, retando a los que
han pretendido robarle lo más interesante del ambiente de esa gran ciudad, que
es la alegría y esplendor de sus noches.
Con su visita a Paris Miguelina sigue asumiendo retos, pero en este sí que me
ha sorprendido, debido a la realidad de
una ciudad a la que se ha tratado de doblegar, acción que los parisinos y las personas de las características
de Miguelina no aceptan.
Ojalá haya podido oír, allá en París,
la voz de siempre de Charles Aznavour, cantando, lo que todavía hace, canciones como “La
Bohemia de Paris” y escuchar en un reproductor la dulce voz de Edith Piat, con su voz de gorrión cuando canta su interpretación universal “La Vie en la Rose”. Feliz estadía
y mejor regreso a ti Miguelina y a los
tuyos que te acompañan.
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