Gilberto G. Garcia Fajardo
Cuando alguien tenga el tiempo,
la dedicación y la capacidad real para escribir la historia reciente de la aviación de República Dominicana, y abordar esa tarea con un enfoque objetivo, libre de
parcialidades y pasiones personales, saldrán
a relucir algunos nombres de algunas personas, cuyos aportes al sector no dejarán lugar a dudas. Pero dentro de ese grupo existe alguien cuya trayectoria en el ámbito aeronáutico ha trascendido, situándose en un
lugar reservado solo aquellos hombres integridad profesional y moral a todas
pruebas, me refiero a Gilberto Gervasio García Fajardo. Fajardito, como se le suele llamar, nació en Puerto Plata, donde creció junto a su familia, en una zona cercana donde hoy se ubica el Aeropuerto Internacional Gregorio Luperon.
Como muchos de sus compañeros
de labores, conocí a García Fajardo a
mediado de la década de los años setenta, en el Secretariado Técnico de la
Presidencia, cuando participamos en las pruebas
académicas, cuyo objetivo era seleccionar a los candidatos, que optarían por el curso básico de control de tránsito
aéreo. Esta actividad se realizó bajo
los auspicios de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), a través del
PNUD de Naciones Unidas. El curso seria supervisado por el Señor Rodríguez
Benedetti, quien fungió como asesor
internacional del curso. García Fajardo
resulto uno de los seleccionados.
Meses después, no encontramos de
nuevo con Fajardo, en un aula localizada
en el área de la oficina de Regulaciones Aeronáuticas de la tercera planta del Aeropuerto Internacional
de Las Américas. En ese sitio emprendimos un maratón de todo contra todos, en
un curso teórico básico de aeródromo, en el que las mejores 10 calificaciones al final del
curso representarían 10 becas para viajar a México para completar en ese país el curso de aeródromo, aproximación y áreas procedimental.
A partir del inicio del curso, todos comenzamos a valorar la capacidad y personalidad de
Fajardo. Durante el desarrollo del mismo
Fajardo fue de los estudiante de punta,
logrando calificaciones siempre excelentes, cuando lograr un 98 de 100 en la calificación, era un verdadera
tragedia, para cualquier de los estudiantes de vanguardia. Y además, cuando los lunes de repente nos dábamos cuenta de algunas
ausencias y cuando averiguábamos las causas, se informaba que habían sido
llamado a la oficina y separado del curso por asunto de “notas”.
Fajardo fue de los seleccionados
para viajar a México D. F. al Centro de
Adiestramiento Internacional de Aviación
Civil (CIAAC), donde llegó en noviembre el 1975, junto a otros Becarios. En el
Distrito Federal se estableció donde Doña
Meche, una amable dama dueña de un hospedaje, localizado en la calle Colima, de la Colonia Roma en México D. F., lugar,
cuyo ambiente casi hogareño, era adornado por dos amables damas, hijas de Doña Meche que le hacían gran honor a la belleza de mujer azteca. La convivencia
con Fajardo en el hospedaje de Doña Meche y en
los apartamentos que habitamos luego, fue ideal. En esos sitios
Fajardo hizo gala de sus dotes de compañero
y sus habilidades culinaria, cuando disfrutar una comida dominicana era un
verdadero privilegio.
La presencia de Fajardo en el
aula del CIAAC en el área del Aeropuerto Internacional Benito Juárez fue de motivación para el grupo, siendo determinante para el éxito del grupo
II-1-26 del CIAAC, 1975/1976 del que formamos parte. A pesar de algunas designaciones de “dedo” para liderar
el grupo en México, Fajardo asumió el
liderazgo del grupo de manera natural, y
aunque hubo también otros que
pretendieron hacerlo auto designándose, no se tardó para identificar las dotes
de fajardo en el liderazgo. En el aula también Fajardo debió “bregar” con el
simulador “Link” de Mr. Dollman, y la meteorología
del Coronel Celaya, quien nos hizo
conocer los “recovecos” de un pronóstico meteorológico de aviación, dirigiéndonos
cuando tuvimos que aprendernos la maraña de rutas aéreas del espacio aéreo
mexicano.
Terminado el curso y graduado con
honores, Fajardo regresó al país, como todos, integrándose a las labores como controlador de
tránsito aéreo, actividad en la que progresó de manera acelerada y en poco
tiempo ya estaba dirigiendo el KLM-700, VA-800, y el Clipper 440, vuelo que le dañaba
la noche a cualquiera. Además recibía estimados en “Sierra Key”, Karman, Sánchez y
Mella entre otros puntos. Fajardo no tardó para convertirse en líder de grupo,
en base a su desempeño en el puesto de control, como en su capacidad para la
gerencia de los grupos de trabajo, donde nunca asumió conductas prepotentes, ni
nada que se parezca y tratando de colaborar en todo, como hasta ahora. A Gilberto G. García Fajardo todos los
respetaban y lo respetan.
Como a muchos, tocó a Fajardo
asumir la carga laboral del multi-empleo, cuando la entonces Dirección General
de Aeronáutica Civil (DGAC) se aletargó,
tanto en término condiciones salariales
como en lo laboral. Para entonces ya la
fama profesional y de hombre serio de
Fajardo se conocía en todos los ámbitos del aeropuerto. Como despachador, García Fajardo fue requerido por la mayoría de las aerolíneas
que servían al Aeropuerto Internacional de Las Américas. Sin embargo, García
Fajardo se incorporó de manera especial
a la aerolínea VIASA de Venezuela, donde asumió como despachador oficial, pero
con responsabilidades mayores que le fueron delegadas por los gerentes generales enviados
desde Venezuela a República Dominicana.
En VIASA Fajardo mandaba.
Los compromisos laborales asumidos por los controladores aéreos, luego de la luchas gremiales en la entonces
DGAC en el año 1993, retrotrajo a Fajardo a dedicarse exclusivamente, al ejercicio pleno del control de tránsito aéreo
en la DGAC. Entonces en el 1994 regresó a México D. F. donde completó con éxito, su curso práctico de Controlador Radar bajo la dirección
de profesor Heredia. Luego de habilitarse, como controlador radar, asumió funciones
en la actividad profesional en la que ha laborado de manera incansable,
mostrando la naturaleza de una persona especial que nació para el trabajo y la colaboración.
Fajardo fue electo como
Presidente de la Asociación Dominicana de Controladores Inc. (ADCA), cargo que ocupó por corto tiempo,
por razones que él entendió le imposibilitaba continuar como máxima autoridad.
Sin embargo, siempre ha formado parte de
ella, no importando las circunstancias. Es
que en su dedicada carrera profesional en el ámbito aeronáutico de República Dominicana, ha tocado a Fajardito asumir roles de trascendencia mayor. En cada caso ha desempeñado esas funciones con altura y
responsabilidad, pero funciones que ha
tenido el suficiente valor y seriedad de declinarlas, antes de abandonar sus
convicciones personales o cuando ha vislumbrado, no poder cumplir sus cometidos por razones ajenas a su voluntad, lo que moralmente
es más que correcto.
García Fajardo sigue laborando
igual que siempre o, posiblemente, con más
intensidad que nunca. A pesar del tiempo, Fajardo sigue siendo respetado y
admirado por todos, tanto por los que le conocimos hace buen tiempo, como los
que al conocerlo ahora, se asombran de
ver a una persona con tanta energía y deseo de trabajar, pero sobre todo con una decisión
perenne de hacerle bien a los demás.
1 comentario:
Muy acertados tus comentarios ignacio sobre parte de la vida profesional de nuestro siempre querido FAJARDITO.
Publicar un comentario