S, T. Concepcion, I. Mullix y Federico Carlos Ramírez
Conocí Federico Carlos Ramírez "El Chino" cuando vivía, junto a
sus padres, en la una colonia agrícola localizada en la sección de Arroyo Chico, ubicada en un fértil
valle localizado en el centro de la provincia de Samaná. Para entonces transcurrían
los últimos años de la década de los sesenta y Carlos Ramírez era un mozalbete
que acompañaba a su padre arreando animales que llevaban a unos
abrevaderos que existían en una finca de la zona propiedad de mi padre. Allí, en Arroyo Chico, los padres de Carlos Ramírez poseían un predio agrícola que dedicaban a la producción de diversos rubros,
entre ellos maní, maíz y árboles frutales, así como a la crianza de ganado para
la producción artesanal de leche de vaca.
Como muchos colonos ubicados en la zona,
los padres de Carlos Federico Ramírez habían emigrado a Samaná en los inicios de la década de
los años sesenta. Carlos Ramírez había
nacido en la región del Cibao y llegó a Samaná cuando era un niño. Sus padres habían
llegado a la provincia de Samaná
para integrarse a un plan
gubernamental de desarrollo y promoción de la producción agrícola de la zona,
dirigido por la Secretaria de Agricultura y la Sociedad Industrial Dominicana,
La Manisera, durante los últimos años de la tiranía Trujillista.
La crisis política y económica
que sobrevino a mediado de la década de los años sesenta, causó una importante
merma en las actividades productivas de la zona, lo que ocasionó que muchos de los colonos de los que
habían llegado allí, bajo los auspicios del plan agrícola de
Trujillo, debieran retirarse del área.
Bajo ese panorama, la mayoría de ellos
marcharon rumbo a Santo Domingo en busca de mejores condiciones económicas y
sociales. Fue así como Federico Carlos Ramírez,
junto a sus padres, llegó
a la ciudad de Santo Domingo a finales de la década de los sesenta, estableciéndose
en la parte oriental de la ciudad,
específicamente en el área de Villa Duarte.
Federico Carlos Ramírez ingresó a la entonces Dirección General de
Aeronáutica Civil (DGAC) a finales de la
década de los años setenta. Si mal no recuerdo,
su primer cargo, como la mayoría de nosotros, fue el de auxiliar de tránsito aéreo. Para esos tiempos existían
sólidos lazos fraternos, que cruzaban las fronteras laborales y alcanzaban los
hogares y los estadios de softball, donde se practicaba una sana y popular actividad
deportiva que era el softball.
Hogares como el de Pascasio en el
ensanche Ozama rompieron record de visitas, igual que otros, como el de Volquez Kelly en el ensanchez Las Americas, Zacarías
Cordero en Las Fuentes, entre otros. Entre los equipos de softball de la época, posiblemente
olvidados, y que se destacaron en las
lides reservadas para los sábados por las mañanas fueron los famosos y antagónicos
“El DC-3” y el “L-749”.
Entre las estrellas de esas novenas se destacaron, por su entusiasmo, Carmelo de los Santos, Coco Chavez, Roberto Acevedo Burgos, Luis Flores Mota, el estelar pitcher “Gallo Ronco”, el trabuco Tony Mendoza entre otros que recordamos, como Cocco Chavez, Víctor Gomez e incluso Haroldo Sención, que también disfrutaba las actividades deportivas aeronáuticas sabatinas de entonces. En esas novenas Carlos Ramírez fue un destacado prospecto en ambos equipos que se lo diputaban, debido a sus destrezas, tanto con el guante como con el bate.
Entre las estrellas de esas novenas se destacaron, por su entusiasmo, Carmelo de los Santos, Coco Chavez, Roberto Acevedo Burgos, Luis Flores Mota, el estelar pitcher “Gallo Ronco”, el trabuco Tony Mendoza entre otros que recordamos, como Cocco Chavez, Víctor Gomez e incluso Haroldo Sención, que también disfrutaba las actividades deportivas aeronáuticas sabatinas de entonces. En esas novenas Carlos Ramírez fue un destacado prospecto en ambos equipos que se lo diputaban, debido a sus destrezas, tanto con el guante como con el bate.
Rápidamente Carlos Ramírez progresó en la actividad aeronáutica, por lo
que en el año 1987 fue enviado, junto un grupo de controladores al Centro de
Instrucción Perfeccionamiento y Experimentación (CIPE) de Buenos Aires
Argentina, junto a un grupo de controladores de tránsito aéreo integrado por los siguientes controladores: Ramón
Cruzado Sosa (fallecido), Natanael Nina Pereira, (fallecido), Fernando
Castillo, Freddy Ruiz Lara, Francisco Bolívar de León Paulino, Miguel Mejía,
Guichardo Peña y Ayala Torre. En CIPE
de Argentina Carlos Ramírez completó con
éxitos el curso STA, obteniendo el título de Controlador de Tránsito Aéreo
Aproximación y Área.
A su regreso al país se integró a
su proceso de desarrollo profesional, como controlador de tránsito aéreo en las
dependencias de tránsito aéreo del Aeropuerto Internacional de Las Américas de
Cabo Caucedo. En corto periodo de tiempo,
Carlos Ramírez comenzó a desempeñar cargos de dirección en las dependencias de control
de tránsito aéreo de la entonces DGAC. Entre
los cargos puestos bajo la responsabilidad de Federico Carlos Ramírez se
destacan las posiciones de Jefe de
Grupo, Supervisor y de Encargado de Tránsito
Aéreo, siendo designado para representar su aéreas de desempeño en
diversos eventos nacionales e internacionales. Para esos tiempos, tuvo una participación destacada en las actividades sociales entre los controladores, compartiendo en los torneos de deportes de mesa, como las practicas de billar y dominó que tomaron buen auge a finales de la década de los noventa. En 1994, Carlos Ramirez fue de los controladores enviado al extranjero a formarse como controlador radar, curso que superó y actividad profesional que ejerció por buen tiempo.
Posiblemente, uno de los mayores retos puestos bajo la responsabilidad de Federico
Carlos Ramírez lo constituyó su
responsabilidad, como contraparte nacional
del experto internacional y asesor ATM Claudio Alberto Goncalves Ribeiro,
un experto ATM brasileño en los procesos
de gestión organizacional de los
sistemas de control de tránsito aéreo a nivel mundial. Claudio Goncalves vino al país durante
el período comprendido entre el
1999 y el 2000. Su objetivo fue el de realizar una evaluación de todos los elementos
convergentes en la gestión del tránsito
aéreo de República Dominicana con el objetivo de realizar el informe
correspondiente.
Tocó a Goncalves y a Federico
Carlos Ramírez asumir la responsabilidad de gestionar un proceso de evaluación que incluyó a todo el personal de control de tránsito aéreo, a todos
los niveles. Todos los
recursos técnicos y procedimientos aplicados
en la Región de Información de Vuelo, FIR de Santo Domingo, proceso de
evaluación donde, como se dice en el argot popular "se sudó la gota
gorda". Claudio Goncalves fue parte ATM del Proyecto de Cooperación Técnica
MSA/DOM/97/801 de la Organización de Aviación Civil Internacional OACI, contratado por el país para la
recuperación de la Categoría 1, objetivo primario que no pudo lograr, después
de una cuantiosa inversión económica por
parte del país y hasta de la visita del
Doctor Kotaite Presidente del Consejo de la Organización de Aviación Civil
Internacional (OACI) a finales del año
2000.
Otra misión importantísima de Federico Carlo Ramírez, fue su
participación y esfuerzos dirigido a la integración de un Plan de Pensión para los controladores de tránsito aéreo, que
se intentó finales de la década de los
noventa. De acuerdo a sus lineamientos fundamentales, el Plan de Pensión para los
controladores planteaba, entre sus
objetivos básicos, la provisión de
condiciones económicas y sociales sostenibles para los controladores, una vez, que por razones justificadas,
debieran retirarse del quehacer laboral en las dependencias de tránsito aéreo. Desafortunadamente, razones que no viene al
caso mencionar, hicieron fracasar un proyecto imprescindible para el futuro de
los hombres y mujeres que dedican su vida a una profesión que, como la de los
controladores, solo se ejerce en las
organizaciones que brindan este importante y estratégico servicio que concierne
a la seguridad de la navegación aérea.
A mediado de la década del dos
mil, Federico Carlos Ramírez enfermó de
un padecimiento catastrófico que lo sacó
de la actividad productiva en el control
de tránsito aéreo, quehacer que amó profundamente, igual que lo hacen todos los controladores del mundo.
Tras un relativo corto período de enfermedad, que asumió con dignidad y
durante el cual su preocupación fundamental,
no fue su padecimiento, sino ¿Que iba a pasar con su familia cuando el
dejara este mundo?. Carlos Ramírez falleció dejando tras de sí la estela que dejan
los hombres que vienen al mundo con el
firme propósito dedicar al trabajo sus días y noches, años tras años, toda la vida
como él lo hizo.
Por todo, Federico Carlos Ramírez debe haberse establecido en el lugar reservado
a los hombres que han venido al mundo a realizar su trabajo, y a cumplir con los
preceptos de un Dios justo que lo ve
todo, y que da a cada quien, lo que en justicia le toca por sus obras aquí en
la madre tierra.
Bajo ningún concepto pretendo en estos breves párrafos plasmar una historia que, como la de Federico Carlos Ramirez, es mucho más que esto. Sin embargo, es mi aporte a un controlador que conocí, cuando ni él ni mí, se nos ocurría que años después el destino nos iba a juntar en un futuro que ya es pasado.
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