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A
una semana de la ocurrencia del peor accidente de Dominicana de Aviación, las
operaciones de vuelos de la empresa
continuaban suspendidas por decisión del
Lic. Luis Julián Pérez presidente del consejo de administración de la CDA. El presidente del consejo había planteado públicamente,
que se había determinado que las aeronaves de la empresa eran obsoletas para operar los vuelos. Para
entonces, la Compañía Dominicana de Aviación contaba con una flota de aeronaves del tipo McDonnell
Douglas DC-4 y DC-6, algunos convertibles para pasajeros y carga.
Para entonces la mayoría de los investigadores internacionales, como los inspectores de la FAA, los técnicos del fabricante McDonnell Douglas y de los especialistas de
la fábrica de motores Pratt and Whitney se habían marchado del país. Lo mismo sucedió con tres técnicos españoles que prestaban servicio en Dominicana en
calidad de asesores en el área de operaciones. Los tres españoles, como relaté anteriormente se marcharon apresuradamente, desde el mismo lunes 16, sin esperar los resultados preliminares de la investigación.
A
una semana del trágico accidente eran muy pocas las partes del aparato que habían sido
recuperadas. Los pocos elementos sacados del mar, no tenían las características
requeridas para arrojar luz sobre las posibles causas del
accidente. Entre los elementos
recobrados se encontraban partes del avión que se desprendieron con el impacto y
que podían flota.También se recobraron balsas salva vidas, asientos y pertenencias
personales de pasajeros incluyendo; documentos de identificación, maletas, carteras, calzados entre otros, muchos de ellos arrastrados a los arrecifes de la costa por las corrientes y el oleaje.
Por
otra parte, el Procurador General de República Anaiboni Guerreo continuaba con la investigación jurídica del accidente, interrogando a mecánicos de la compañía y algunos empleados requeridos por sospechas. Para
entonces, el procurador reiteraba que iba solicitar un informe al fabricante McDonnell
Douglas sobre la "construcción
del avión". Las demás comisiones,
como la Comisión Especial creada por decreto, no avanzaba por falta evidencias y desconocimiento sobre
los encornados procesos de investigación de los accidentes de aviación.
Días después de la suspensión de los vuelos, un grupo de pilotos intervinieron, proponiendo que CDA continuara operando sus vuelos con las
aeronaves que disponía. Además, los pilotos solicitaron una explicación al
Consejo en relación a la suspensión de las operaciones. Entre los pilotos que demandaron se continuaran las
operaciones estaban los capitanes Jorge Percival, José María Sánchez Pérez,
Guillermo Santana, Víctor Michel y los primeros oficiales Odalis Cruz
Ventura, José Viñal, entre otros. Todos
adujeron que no había motivos para mantener la suspensión de los vuelos de la
empresa, lo que era razonable.
La
falta de información sobre las causas del accidente, continuaba profundizando los rumores. Sobre todo el referente al sabotaje que aun persiste, a pesar del tiempo. El acto
terrorista se suponía tenía el objetivo de dar muerte de un alto militar, que
se presumía estaba a bordo de la aeronave. Otros rumores continuaban difundiendo la versión de que el
accidente se debió a "falla de la
energía eléctrica" en el avión. Alguien hizo llegar la información que "observó que cuando el avión despegó, las luces se le apagaron" y que luego vio caer la aeronave.
Otra
versión, con buena probabilidad, se la que refiere que el avión llegó a Santo Domingo con problemas de fábrica en la unidad "control de combustible" FCU
del motor No.2. La versión refiere que
fue precisamente esa fue la razón por la que la aeronave no operó por un buen
tiempo después de haber arribado a Santo Domingo. Se esperaba que llagara una nueva unidad "FCU". Cuando la unidad llegó se instaló y se iniciaron
los vuelos con el nuevo avión, hasta que la unidad falló de nuevo provocando
del accidente.
Otro
rumor muy socorrido, fue el referente a las limitaciones del Capitán Eduardo
Tomeu para pilotear del DC-9-32. Primeramente se adujo que, a pesar de su
experiencia como capitán de larga data en aeronaves avanzadas, entre ellas el turbohelices Britania y sus vuelos trasatlánticos, el Capitan Tomeu no tenía el dominio absoluto del equipo DC-9. Esta versión fue muy persistente entre tripulantes y los operadores de la torre de control, que notaban ciertos inconvenientes de Tomeu en los procesos de
aproximación final y aterrizajes del DC-9, durante los pocos días que lo operó. También se rumoreaba en referencias de otro problema que presumiblemente afectaban al Capitán Tomeu y que se relacionaba con su constante delirio de persecución. Las manifestaciones del problema era su temor de ser capturado y regresado a Cuba, de donde salió al exilio años antes.
Paul
Hans Wiesse, administrador de CDA seguía insistiendo en la necesidad de que se recuperaran los restos del avión, sobre todo las cajas negras. La posición del administrador de CDA también era compartida por Coronel
Piloto Antonio Álvarez Albizu, Director General de Aeronáutica Civil. Finalmente
esos elementos no fueron extraídos del fondo del mar, donde permanecen 45
años después.
La
causa probable del accidente expuesta por los investigadores en su informe
final, se refiere a que la causa accidente se debió a contaminación hídrica del combustible. De acuerdo a la investigación, se determinó que el combustible JA-1 almacenado en los tanques del único suplidor
en el AILA, estaba
contaminado con agua. Las muestras para
avalar el informe fueron tomadas de los tanques del suplidor la misma noche del 15 de febrero. Sin embargo, otras aeronaves que se abastecieron del mismo
suplidor ese día, operaron sin novedad, como fue el caso del vuelo de Iberia
de despegó inmediatamente después del accidente del DC-9 de Dominicana de Aviación.
Parte
de las discusiones en relación al pago de las indemnizaciones a ser cubierta
por el seguro del avión, fueron dirimidas en Santo
Domingo. A estos fines hubo varias reuniones en un hotel de la ciudad capital. En la reuniones participaron los directivos de CDA, de la aseguradora Lloyds de Londres, McDonnell Douglas el fabricante del avion , Pratt and Whitney fabricante de los motores e Iberia Lineas Aéreas de España. El seguro cubría el avión por US$
4,500,000.00 dólares y US $30,000,000.00 dólares por daños a terceros. La
aseguradora cubrió sus obligaciones y entendemos que los afectados fueron
debidamente resarcidos.
Un
tiempo después del trágico accidente, el controlador actuante, Alfredo Letchorn, uno de los mejores
controladores que ejercieron en su
tiempo, abandonó la profesión y se marchó a Estados Unidos. Allí permanece y debe recodar, día a día, un suceso que le
marca la vida a cualquier controlador, como es la caída de un avión ante su
vista. En
los meses subsiguientes al accidente el Licenciado Hans Paul Wiesse Delgado
administrador general de CDA fue removido del cargo, como administrador
general de la CDA y enviado a Panamá como
embajador. Por otra parte, el Coronel
Piloto Antonio Álvarez Albizu, Director
General de Aeronáutica Civil fue removido de la posición de Director de la
DGAC, cuando las investigaciones aún no
habían concluido definitivamente.
El accidente dio
curso definitivo a iniciativas para la utilización de aeronaves de otro tipo, para
operar los vuelos de la CDA. Fue así como se originaron los primeros contactos
con Boeing Aircraft, con el propósito de adquirir aeronaves tipo B-727-100 y B-727-200, para operar las rutas tradicionales de CDA e implementar la ruta a Nueva York. Las aeronaves Boeing fueron adquiridas y operadas con un excelente record de seguridad, hasta la desaparición
de la empresa a finales de la década de
los noventas. Desaparición que no se debió a la ocurrencia de un accidente, sino de la
persistente corrupción imperante e incompetencia de la gestión administrativa de la empresa.
La investigación de los accidentes de aviación nunca concluyen. Vasta que surjan nuevos elementos que puedan avalar nuevas hipótesis que varíen los resultados determinados en investigaciones pasadas, donde no se asumieron las evidencias reales causales del evento, por razones política económicas o de cualquier otra índole.
La investigación de los accidentes de aviación nunca concluyen. Vasta que surjan nuevos elementos que puedan avalar nuevas hipótesis que varíen los resultados determinados en investigaciones pasadas, donde no se asumieron las evidencias reales causales del evento, por razones política económicas o de cualquier otra índole.
A 45
años del peor accidente de la Compañía
Dominicana de Aviación, es nuestro deseo
que las víctimas del trágico accidente descansen en la paz del Señor, y
que los familiares de los que perdieron la vida en el evento, quienes siempre
recordaran a sus deudos, eleven una
piadosa plegaria al sufragio de sus
almas.
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