Para muchos dominicanos, la noche
de anoche fue una noche más, una de esas noches cualquiera, un tiempo para descansar placenteramente,
mientras el tic-tac del reloj avanzaba indetenible rumbo al amanecer cotidiano
de hace un rato. Sin embargo, durante ese apacible período de tiempo, otros dominicanos se mantuvieron
despiertos y alerta, trabajando con tesón,
aquí y en el extranjero. Algunos de
ellos realizaron su labor el difícil quehacer del vuelo, pilotando aeronaves en
recorridos trasatlánticos de miles de millas, durante largas noches en la que el sol nunca amanece.
Ese fue el caso de un profesional dominicano, que al igual que otros, ponen en alto el nombre de República
Dominicana, tanto aquí en en el patio como allende los mares en lejanos paises. Uno de esos buenos dominicanos
es el Capitán Juan Eligio Sanchez Hoepelman.
A prima noche de anoche, ya 28 de
agosto de 2019 en Madrid, "donde oscurece más temprano", Juan Eligio Sanchez
Hoepelman, se preparaba para abordar el vuelo LAP-8532, un recorrido de más de doce largas horas de vuelo. El avión,
un B-767-300, que se adentraría en el espacio aéreo del Atlántico medio, en un trayecto
que lo colocaría, en principio sobre el
espacio aéreo de España y Portugal oceánico, para después
adentrarse en el Atlántico algo más al Sur, para recalar en el área de Las Guayanas, al Este de
Venezuela, para proseguir en sobrevuelo sobre Brasil y finalmente, encontrarse
con el espacio aéreo de Perú y llegar al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez
de Lima, después de más de casi 13 horas de vuelo. A esta hora, Juan Eligio debe estar
descansando, mientras su biología busca superar el tedioso efecto del Jet lag.
Un vuelo de más de 12 horas desde Madrid a Lima, Perú, voló anoche Juan E.S. Hoepelman.
Juan Eligio Sanchez Hoepelman
forma parte de ese grupo importante de aviadores dominicanos, que mensioné con anterioridad, quienes han tenido
que emigrar al extranjero para poder ejercer su profesión , debido a políticas erradas, si por sus resultados las evaluamos. Estas politicas o inventos dañan desarrollo de proyectos de la aviación comercial en República Dominicana, provocando un escaso crecimiento
del sector que participa con números insignificantes, en un marcado de más
de 14 millones de pasajeros que llegaron y salieron por la vía aérea de hacia y
desde República Dominicana, el pasado 2018, sin hablar de carga aérea.
Los pocos transportistas nacionales que participan en la actividad, utilizan aeronaves de capacidad limitada, hablamos de 50 asientos o menos y operan rutas que no llegan a territorio continental. Estos velientes sobreviven casi ahogados en los costos operacionales y el precio un combustible que los transportistas extranjeos que compitan con ellos, los adquieren aproximadamente a US$1.50,mientras los del patio compran a US$2.50. Como rayo compiten y se desarrollan esa industria en R.D.
Los pocos transportistas nacionales que participan en la actividad, utilizan aeronaves de capacidad limitada, hablamos de 50 asientos o menos y operan rutas que no llegan a territorio continental. Estos velientes sobreviven casi ahogados en los costos operacionales y el precio un combustible que los transportistas extranjeos que compitan con ellos, los adquieren aproximadamente a US$1.50,mientras los del patio compran a US$2.50. Como rayo compiten y se desarrollan esa industria en R.D.
Igual que el aviador Juan Eligio Sanchez Hoepelman, otros
dominicanos también debieron marcharse del país, para poder laborar en una profesión
costosa, en la que debieron invertir
grandes recursos para formarse. Algunos de ellos, incluso se retiraron definitivamente al extranjero,
perdiendo la oportunidad de cumplir sus deseadas intenciones de volar para los
dominicanos.
Anoche pude observar la evolución del vuelo de Juan E. Sanchez Hoepelman, en su cruce por el inmenso Oceano Atlántico. Entonces sentí el orgullo de saber que los dominicanos si podemos hacerlo, y que el problema del escaso desarrollo de la aviación en R. Dominicana, en todos sus aspectos, está en una política aérea basada en objetivos muy diferentes a lo que es la operación y fines de la industria del transporte áereo. Lo que ahora hacemos, nada tiene que ver con desarrollo de la industria de la aviación en un país cualquiera. Como pincelada final debo decir que en el 2018, los transportistas foráneos obtuvieron ganancias netas en el mercado de República Dominicana en el orden de los US$ 1,300,000.00 (mil trescientos millones de dólares) aproximado, sin hablar de carga aérea. En apariencia , lo que interesa al Estado Dominicano no es el desarrollo de la industris, sino, el recudo de impuestos de quienes compran los boleto aéreo y nada más. Vergunza debiera darnos.
Mientras tanto, luego de su merecido y reglamentario *crew rest* le deceo un muy buen vuelo Juan Sanchez Hoepelman en la operación de regreso desde, Lima a Madrid y que un buen viento de cola, la permita un *ground speed* que reduzca significativamente el tiempo de vuelo.
Anoche pude observar la evolución del vuelo de Juan E. Sanchez Hoepelman, en su cruce por el inmenso Oceano Atlántico. Entonces sentí el orgullo de saber que los dominicanos si podemos hacerlo, y que el problema del escaso desarrollo de la aviación en R. Dominicana, en todos sus aspectos, está en una política aérea basada en objetivos muy diferentes a lo que es la operación y fines de la industria del transporte áereo. Lo que ahora hacemos, nada tiene que ver con desarrollo de la industria de la aviación en un país cualquiera. Como pincelada final debo decir que en el 2018, los transportistas foráneos obtuvieron ganancias netas en el mercado de República Dominicana en el orden de los US$ 1,300,000.00 (mil trescientos millones de dólares) aproximado, sin hablar de carga aérea. En apariencia , lo que interesa al Estado Dominicano no es el desarrollo de la industris, sino, el recudo de impuestos de quienes compran los boleto aéreo y nada más. Vergunza debiera darnos.
Mientras tanto, luego de su merecido y reglamentario *crew rest* le deceo un muy buen vuelo Juan Sanchez Hoepelman en la operación de regreso desde, Lima a Madrid y que un buen viento de cola, la permita un *ground speed* que reduzca significativamente el tiempo de vuelo.
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