Mi carretilla de manto y yo
Decidí hoy comerme unos cuantos mangos. Para hacerlo me presenté al solar familiar, allá en la península de Samaná, en el Nordeste de la media isla. Después de garrotear y luego engancharme en la mata, tumbar y recoger los deliciosos frutos, los cargué en mi carretilla y me dirigí a la sombra de un frondoso almendro, para comermelos absolutamente todos, sin dejar ni uno. Pero como el enemigo nunca duerme en su casa, se presentaron varios antojaos a pedirme de los mangos, cuando ya estaban en el suelo después de haberlos tumbao. Sin embargo, después de resolver el problema y comerme tres docenas, me senté en la raíz del almendro y le dediqué esta lineas a esos antojaos.
"El mango en el
suelo"
Mejor que un mango
bajito
Es un mango en pleno suelo
Pues no tiene que treparte
Hasta el cogollo a cojerlo
Cuando de mango se
trata
Me como hasta la semilla
Y mejor que no me pidan
Ni el mangos ni su semilla
Pero si mangos tú
quieres
Yo te los puedo
brindar
Pero debe tener claro
Que te tienes que enganchar
I. Mullix
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