Aeronave tipo DC-8 operada por Antillana de Navegación Aérea que realizó vuelos para CDA y a la que apodamos "Teleantilla", ¿Por qué, no me pregunte? Foto: Airlines Net.
Hace un año publiqué en esta, mi particular esquina, algunas notas sobre
el avión que aparece en la foto que es una aeronave matricula dominicana HI-576-CT. Como pueden
notar se trata de un Mc
Donald Douglas DC-8-62 propiedad de la línea aérea dominicana Antillana de Navegación Aérea. Antillana operó vuelos a finales de
la década de los ochenta. Sin embargo, sus frecuencias de vuelos eran bajas
y el avión “vivía” parqueado en la rampa Norte de AILA la mayor parte del
tiempo. Pero la aeronave solía
realizar algunos vuelos para la
Compañía Dominicana de Aviación CDA cuando los itinerarios de la empresa se “apretaban”
cuando y se presentaban problemas que le impedían volar a los
“caballos de CDA” o bien cuando ocurrían otras coyunturas que no eran tan
beneficiosas para Dominicana de Aviación.
Uno de esos vuelos fue el realizado a finales del mes de diciembre del año 1989, ocasión en la que “caí en un tremendo gancho” al concretar un
acuerdo sobre realización de turnos de trabajo en la oficina de operaciones de
la CDA en el Aeropuerto John F. Kennedy
de Nueva York con mi hermano Pascasio Toribio. El referido acuerdo se
pactaba que yo haría los turnos de trabajo en operaciones de CDA
en JFK los días 24, 25 y 26 de diciembre,
mientras que Pascasio haría el 30, 31 de diciembre y el 01 de
enero, cuando el programa indicaba que Antillana realizaría esos vuelos.
En mi caso particular tenía planeado regresar a Santo Domingo el día 30
de diciembre en el último vuelo del día, que haría precisamente el
DC-8-62 H de Antillana, avión al que bautizamos como “Teleantillas” ¿Por qué?,
no me pregunten, pero si tiene que ver
con “asuntos económicos” .
Después de haberme “tirado” el turno de la tarde del 24 de
diciembre hasta despachar el último
vuelo de CDA hacia Santo Domingo, crucé
la rampa y fui al comedor de Pam American, donde disfruté de
un “chile” bien picante para
ayudarme con el frío que se extremaba en la rampa. Entonces después de “cenar
mi navidad” ese 24 abandoné el aeropuerto y fui a visitar
mi amado hermano Diomedes que recién había llegado a la gran manzana.
Entonces esa noche, juntos los dos nos
encaminamos a una parroquia ubicada en área de Brooklyn a oír misa
y escuchar “villancicos navideños”. Terminado el asunto me marché al
sector de Queens a la residencia de de Lefferts boulevard del amigo hindú
Charna Putra Mahapatra, un amable hombre que laboraba para CDA y la
línea aérea Air India, sitio donde me
quedaba en esa oportunidad. El 25 de diciembre, lo mismo, pero cuando terminé
Pascasio me invitó y a su casa para que le acompañara.
Pasada noche buena y el día navidad, solo esperaba el 30
para “engancharme” en el avión y regresar a Santo Domingo a reunirme con
mi familia, pero como son las circunstancias de la vida, las cosas no siempre
salen como uno quiere. A partir del 29 de diciembre el área de
Nueva York comenzó a ser afectada por un frente que
generaba una densa niebla, que
reducía la visibilidad a valores inferiores a los mínimos autorizados en los manuales de muchas
empresas aéreas incluyendo a CDA. Ese día, como es normal, el vuelo DOA-902 fue
cancelado, no hubo vuelo de CDA a Nueva York, pero lo peor, debido a la
misma situación, tampoco lo hubo vuelo el 30, para
entonces comprendí que “yo estaba quedado en Nueva York”. Mientras
tanto, no hubo que “bregar” mucho con los pasajeros, cuando estos
llegaban al aeropuerto y observaban la situación del tiempo reinante y ellos
mismos agarraban sus taxis pa”tra. El aeropuerto solo estaba operacional para
aeronave y tripulaciones habilitaba para aproximaciones de precisión ILS CATIIIC que eran por lo general las
aeronaves pesadas de las grandes líneas aéreas globales, aviones que solo escuchábamos
cuando aceleraban sus motores en despegue y cuando aplicaban reversibles para
frenar.
El 31 de diciembre llegué temprano al Kennedy, pero la
situación seguía igual, entonces entre Pascasio y yo nos concentramos a
estudiar los pronósticos a ver las posibilidades de mejoría del tiempo, pero
cuando le enviamos la información a Santo Domingo, la tripulación de
Antillana Navegación Aérea “se agarró” de sus manuales y tampoco
iniciaron el vuelo. Recuerdo que los valores publicados en los “especi”
que emitían a cada rato eran “techo oscurecido y visibilidad menos de un
cuarto de milla, niebla. A mediodía del 31 me di por vencido, sabía
que era imposible la operación del vuelo. Entonces subí a la tercera planta del
West Wind del IAB, llamé a mi
familia a Santo Domingo le expliqué la situación y los consolé informándoles la situación del
tiempo en el Kennedy de Nueva York. Cerrada toda posibilidad de “bajar” a Santo
Domingo, “agarré” para donde mi hermano y nos reunimos en casa de
Don “Cece” Collado, un amble hombre y amigo de la familia. Allí esa
tarde tuve que integrarme “al rezo del Santo Rosario a la
Virgen” que era un costumbre en ese hogar, pero cuando terminamos me vino
a la cabeza que había llevado unas bebidas espirituosa, y
mientras escuchábamos los temas tradicionales de la temporada, nos
libamos algunos tragos y casi ni nos enteramos que ya estábamos en el año
nuevo.
Llegué a Santo Domingo el año siguiente, el primero de
enero el 1990, con el Capitán Eddy Francisco Tineo Almonte, en
el HI-242, que aterrizo en el JFK con la visibilidad bien reducida, pero dentro de los parámetros de los manuales. Sin embargo ya todo había pasado en lo que se refiere a
pascuas y año nuevo del 1989.
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