Capitán Radames Nuñez
Mientras más se acercaba el día
24 de diciembre de cada año, más
frecuentes eran los vuelos de Dominicana
de Aviación a sus destinos tradicionales.
Durante esos animados días solo había que estar en el área de chequeo o en las puertas de
embarques de Dominicana en las terminales aeroportuarias como el Kennedy, San Juan, Miami y otras estaciones, para
presenciar el espectáculos de ver a los dominicanos y dominicanas, cargados con sus voluminosos “bultos de mano” caminando en caravana, tratando de alcanzar las puertas de embarques y respirar satisfechos, después de abordar los vuelos y volar “en
dominicano” en lo aviones que lo traerían
a su lar amado, República Dominicana.
Pero también los 24 de diciembre eran días especiales y de
gran presión para la operación de los
vuelos, todos tratábamos de que las cosas salieran bien y se rogaba al Altísimo para que a ningún avión se le antojara averiarse, mientras las tripulaciones de mando
trataban de empujan los aviones para hacer rutas más cortas y estar a tiempo en casa para celebrar una cena navideña en familia. Sin embargo, como se dice por ahí, “nunca falta un pelo en un sancocho”. Eso fue,
precisamente, lo que le paso el Capitán Redames Núñez y su tripulación, uno de
esos diciembres de mediado del 1985, cuando Dominicana de Aviación dominaba el ala Oeste de la terminar internacional del
Kennedy de Nueva York.
Durante aquel día de noche buena todo iba bien en la estación de Dominicana a Nueva York.
El vuelo DOA902 y DOA-903 desde y hacia Santo
Domingo, así como el DOA904, 905 desde y
hacia Puerto Plata, habían operado
con normalidad. A las 2:30 p.m. hora de Nueva York, ambos vuelos habían despegado rumbo Sur, sin novedad y “lleno
hasta la tambora”. A esa hora se tenía el estimado del último vuelo de ese 24 de diciembre. Se trataba del vuelo extra DOA2902 que estimaba llegar a Nueva York temprano en la tarde. El plan era sacarlo de inmediato a Santo Domingo y todos para su casa.
Siendo así, tanto los pasajeros como la tripulación del Capitán Núñez estarían aterrizando
en Santo Domingo aproximadamente a la
7:30 p.m., o antes, si la tripulación optaba
por adicionar algunos "nuditos" a la velocidad del aparato. Todos planeaban
cenar con sus familias en sus hogares de
Santo Domingo. El problema se presentó cuando al avión llegó a la puerta de
desembarque del Kennedy presentando un
serio problema de mantenimiento,
problema que le impedía iniciar el vuelo
de regreso a Santo Domingo. El avión simplemente estaba “graundiao” en Nueva York, sin
posibilidades de salir hacia Santo Domingo como se tenía planeado. Ante la situación Pascasio Toribio, despachador de turno en el Kennedy planteó enviar la tripulación al Hotel, mientras
el “Yorro” Encargado de Mantenimiento en la Estación, "hacia de tripa corazón" y todas las diligencias posibles para resolver el problema de mantenimiento del aparato.
La información cayó como rayo
para todo el mundo, desde los pasajeros
la tripulación, los agentes de tráfico de la estación, quienes debieron
coordinar y acomodar a los pasajeros en
los hoteles cercanos al aeropuerto. Las cosas también lucían oscuras para las navidades del Pascasio Toribio, “El Paca”, simplemente estaba
“preso” en el aeropuerto, sin poder abandonarlo, tenía que permanecer ahí debido a la situación planteada por los
trabajos del “Yorro”, un tremendo mecánico, quien daba ciertas
esperanzas de solución al problema del avión. A prima noche, mientras se
trataba de resolver con el avión, en el
Hotel, la situación era de tristeza
total. Mientras el Capitán Núñez y su tripulación trataban
celebrar una “noche buena” tronchada por la circunstancias, discretas lágrimas se hacían presente en los ojos de profesionales de un quehacer donde
las cosas pueden cambiar, dramáticamente, de un momento
a otro.
Pero como son las cosas de la vida, a las
1:30 a.m. ya del 25 de diciembre, el
Yorro, “sacando de abajo” resolvió el
problema del avión y Pascasio quien permanecía en operaciones, se comunicó con el
Capitán Núñez, quien aceptó iniciar el
vuelo a Santo Domingo lo antes posible. Los pasajeros fueron recogidos y traídos
al aeropuerto y a las 3:00 a.m. el vuelo
despegaba de la pista 31 del Kennedy rumbo
al Aeropuerto Internacional de Las Américas, donde aterrizó a las 6:00 a.m. sin novedad, cuando se asomaba el leve resplandor de la aurora mañana de pascuas.
La vida en aviación transcurre bajo una
diversidad de circunstancias, sin embargo, resulta más que triste pesaroso,
pasar una noche buena en un hotel por una circunstancia de este o de cualquier tipo, por bueno éste sea, como la pasó el Capitán Redames Núñez y su tripulación aquel 24 de diciembre.
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