Una de las
investigaciones más laboriosa de la historia de un accidente de aviación civil,
tuvo lugar en el año 1954, cuando el
vuelo 781 de la British Oversea (BOAC)
cayó al mar Mediterráneo, matando sus 35 ocupantes. Hasta el momento del
accidente la tripulación de vuelo no había hecho ningún reporte de fallas o anomalía,
en el vuelo de una aeronave relativamente nueva. Para entonces no existían los
registradores de vuelos, lo que hacia la investigación más tediosa.
Ahora 61 años después,
un accidente similar le ocurre a una moderna aeronave A321,cuando completaba el
vuelo 9865 de la Aerolínea rusa Kogalymavia, el pasado 31 de octubre, provocando incertidumbre y preguntas al no poderse determinar todavía preliminarmente ¿Qué pasó
realmente con el vuelo que costó la vida
a 224 ocupantes?.
A pesar de que un grupo extremista se ha adjudicado la autoría del siniestro, hasta ahora nadie ha dado mucho crédito a la especie, mientras
las autoridades de aviación civil de Egipto niegan la posibilidad de la
existencia de un artefacto explosivo colocado a
bordo. Pero, por otra parte, fuentes militares de EE.UU se han
referido a una explosión térmica ocurrida inmediatamente después de la desaparición
del A321 de las pantallas de los radares.
Sin embargo, resulta más que cuestionable la teoría de una descompresión
explosiva en una moderna aeronave de este tipo, sin la ocurrencia de un
evento importante en términos de liberación
de energía en ámbito externo o interno del avión .
El caso del el accidente del A321, ya han sido recuperados los registradores de
vuelos. Tanto del registrador de datos
de vuelo y registrador de voces de la cabina. Según lo publicado, el registrador de datos vuelo no ha dado pistas de fallas en los sistemas, simplemente en un
momento dado todo dejó de funcionar, como si el área de cola, donde se ubica este dispositivo, se separara del avión. En relación el registro
de voces de la cabina, no ha sido analizado todavía y, en apariencia, se
observan en ella daños que pudieran afectar
su descifre.
Ahora las
autoridades de aviación egipcias y las
rusas tienen la tarea de determinar las
causas reales del siniestro, mientras el constructor del aparato espera con
ansias los resultados oficiales de este accidente repentino. En el caso de la desintegración del Havilland DH-106-Comet de BOAC, hacen seis décadas, se determinó finalmente que el accidente lo
provocó una descompresión explosiva por fatiga de materiales en el fuselaje de la aeronave. La fatiga se originó
en una falla de diseño de las ventanillas de la cabina de los pasajeros, lo que
provocó que de ahí en adelante, las
ventanillas de los pasajeros de los
aviones no sean tan grandes, como usted puede constatar, cuando haga su próximo vuelo.
Foto:cortesia de AFP
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