Doña Gloria Rosa sostiene su placa de reconocimiento a inicio de los noventa. Foto: Archivo personal
Cuando llegué a la Compañía
Dominicana de Aviación (CDA), “no hace tanto”, allí me encontré y conocí a Doña Gloria Rosa. Doña Gloria Rosa era y tiene que
continuar siendo, una profesional, elegante y delicada dama, que brindó servicios como azafata a bordo de las aeronaves de la CDA. Sus características principales; su profesionalismo, su carácter calmado y su perenne sentido de afabilidad, afabilidad que brindaba a todos
a través de su forma de hablar y actuar.
Sin embargo, en lo que pude ver, nunca vaciló para proceder cuando debió
controlar cualquier situación a bordo de
los aviones que entrañara riesgos para la seguridad de los vuelos, fuere esta
cual fuere.
Doña Gloria Rosa se inició
en la aviación comercial como azafata en la aerolínea Aerovías Quisqueyana, volando los famosos Lockheed L-049 “Connie”. En Aerovías formó parte de los equipos de cabina con profesionales de la talla de Milagros Sugrañe, Doña Niurka Silfa, entre
otros. Luego Doña Gloria Rosa pasó a la Compañía
Dominicana de Aviación (CDA), donde continuó
su labor, desarrollando un gran trabajo durante el período que pudiéramos llamar la “era de oro” de CDA.
Para entonces la empresa recibió
el empuje de la nueva flota de los Boeing B-727-100 y 200, dejando atrás la crisis del accidente de Boca
Chica acontecido en el 1970. Bajo esa nueva
perspectiva, la CDA dominó el mercado de
pasajeros y carga, dominio que prosiguió
hasta mediado de la década de los ochenta, cuando operó el B-747-123, aeronave
en la que Doña Gloria prestó sus valiosos servicios, como Jefa de Cabina en las rutas
del Caribe, del Norte y de Europa, donde había que coordinar dieciocho tripulantes.
Por sus características, Doña
Gloria Rosa siempre estuvo entre las profesionales que había que programar, cuando se trataba de vuelos especiales, donde las cosas en la cabina de pasajeros debían afinarse lo mejor posible, durante los
tiempos en que mucho de los capitanes de CDA eran extranjeros y de variados caracteres.
Aun así, había que entenderse con ellos
por el tema de la seguridad de la operación de los vuelos, en los tiempos que
nunca faltaba un frente de mal tiempo en la ruta entre Santo Domingo y Nueva
York. Doña Gloria permaneció en la CDA hasta los últimos días de la empresa,
brindando su capacidad como tripulante
de cabina y como instructora en tierra
y en vuelo, labor que realizó junto a un
grupo reducido y selecto de sobrecargos, entre ellas Doña Niurka Silfa, Iris Cristoforis entra otras.
No sé dónde se exactamente
encuentra Dona Gloria Rosa en la actualidad, pero sé que
donde quiera que esté, debe estar
recibiendo el cariño y el amor de los que con ella comparten el don de la
vida. En lo que a mí se refiere, sé que quienes lean estas líneas entenderán
que poco lo que he dicho de ella.
Sin embargo, mil líneas tampoco
dirían mucho de las tantas cosas ciertas que Doña Gloria merece se diga de ella, cosas
agradables por lo que siempre será reconocida.
Ahh !!, pero lo bueno es que
nuestro reconocimiento no es cosa de ahora. Más bien, es cosa de siempre. En la foto, Doña
Gloria Rosa muestra una muy merecida placa de reconocimiento a su gran labor profesional que
le otorgó, con toda la formalidad del mundo, el Sindicato de Trabajadores de la
Compañía Dominicana de Aviación (CDA) (SITRACODA) a principio de los noventa. En la
exposición fotográfica, Doña Gloria Rosa muestra su beneplácito y su sonrisa
característica al recibir el reconocimiento, sonrisa que siempre ha llevado y llevará consigo.
Déjele su comentario o su anécdota a Dona Gloria.
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