Capitán Héctor Pablo Soriano Martínez
Con
mucho pesar se ha recibido la información del accidente de aviación, que les ha
costado la vida a los siete ocupantes de la aeronave matricula HI-957, tipo
PA-32. Los fallecidos son seis turistas extranjeros y el joven y diligente Capitán Héctor Pablo Soriano Martinez, quien era oriundo del Sector Mexico de San Pedro
de Macorix, donde era muy querido. Según la nota servida por relacionador público del Instituto Dominicano
de Aviación (Civil IDAC), los
extranjeros son cuatro ciudadanos españoles y dos británicos. El accidente ocurrió, aproximadamente, a las 7:55 de la mañana, 11:55 UTC, en el
campo de gol del complejo turístico Cocotal, cuando la aeronave se estrelló
contra una mata de mango. El Capitán Soriano había despegado, pocos minutos
antes, desde el Aeropuerto Internacional de Punta Cana con destino a Arroyo
Barril, Samaná, para realizar un vuelo que hizo, en apariencia, para colaborar con un compañero lo que coordinó la noche anterior.
Las
causas que provocaron el accidente son desconocidas, tocándole a la Comisión de
Investigación de Accidentes de Aviación (CIAA) de la Junta de Aviación Civil
(JAC), encargarse del proceso de investigación, de conformidad con la Ley de Aviación Civil y
los procedimientos en la materia, contenidos en el Anexo 13 de la Organización de
Aviación Civil Internacional (OACI). Sin embargo, por el momento, me expreso y
clamo en el sentido de que las autoridades protejan la dignidad de los que mueren en tan
terribles circunstancias, evitando que se expongan las fotos de las víctimas, sin la
censura previa.
Conocí
a este joven Capitán, precisamente en el
Aeropuerto de Arroyo Barril, Samaná, de donde soy oriundo, cuando me tocó desempeñar
labores técnicas de aviación civil en aquella terminal aérea. En muchas
ocasiones le vi en la rampa, en la terminal del aeropuerto, en su
aeronave y a veces, donde la Patrona, junto a otros
tripulantes, donde acudía a almorzar. Era la única forma de pasar el día en medio de
la monotonía de esperar a los
excursionistas que transportaban a diario en las mañanas, desde Punta Cana a
Samaná y que regresaban a Punta Cana por la tardes, como aún lo
siguen haciendo. El Capitán Soriano laboró con empresas aéreas, como Aerodonca, Sky High.
La
experiencia que tuve con las tripulaciones del “puente aéreo” Punta Cana/Arroyo
Barril, me dio a conocer el temple de estos
tripulantes, incluyendo al Capitán Héctor Soriano. En las mañanas, alrededor de las 8:45 a.m., la primera llamada de cualquiera de ellos lateral Cayo Levantado, y luego, el desfile
de aeronaves, a veces más de veinte en poco tiempo. Sé que el Capitán
Soriano pudo haber llegado a lo alto de las avanzadas cabinas, incluyendo cualquier
tipo de las aeronaves modernas que hoy surcan los cielos. Solo que la aviación dominicana debe apurar el pasos, para que las oportunidades que lleguen, permanezcan en el tiempo. Soriano había iniciado sus estudios de formación profesional como piloto de aeronaves a finales de la década de los años noventa, estudios que comenzó en la escuela de aviación del Aeroclub 74, localizado para entonces, en el antiguo Aeropuerto Internacional de Herrera, escuela cuna de muchos pilotos, institución donde me tocó impartir algunas materias aeronáuticas.
Por
sus características, los accidentes de aviación siempre impresionan y conmueven
las fibras más profundo de la conciencia personal y social, no importa en qué
circunstancias se produzcan o quien o
cuantos estén a bordo. Por lo general
estos eventos sorprenden, debido a que se producen en momentos agradables,
cuando las personas disfrutan de lo mejor de la vida. En el caso del
accidente que nos ocupa, se trató de un percance que cobró la vida de turistas que llagaron a nuestro país
a disfrutar de nuestras playas y montañas. La muerte le sorprendió a todos
justo, cuando el Capitán Soriano los conducía
a cumplir sus sueños, allá en Samaná, pero lo chocante y que ocurre con cierta frecuencia en aviación, al Capitán Soriano, aparentemente no le tocaba el vuelo que le costó la vida. , “Que Dios los acoja en su Santo Seno”.
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